Yo buscaba tu boca en
las tenues torceduras del tiempo, la significación de tus ojos por los breves
intersticios del desespero, por las grietas de la obsesiva soledad sin tu
nombre, por los tenebrosos tumultos de las esquinas más oscuras, buscaba una
cerrada penumbra o un perfecto atardecer, el torvo plenilunio taciturno que iba
a iluminar tu pelo, pero tú aun no podías extinguir de ti la otra ausencia, aun
te negabas a dejarla con la solemnidad de las cenizas, a borrar los últimos
vestigios de ese pasado y sus delirios, yo buscaba cabizbajo el rictus de tus
labios en los cántaros, el perfume extraviado de tu piel atravesando las
madrugadas, las tibias ternuras que acumulabas en tus manos vacías, pero tú
seguías soñando por los laberintos del otro otoño, sin saber que todos tus
pasos ya caminaban hacia mí porque yo te buscaba en las torcidas flexuras del
tiempo con el preciso destino de ir mascando esta gloria bastarda de
poseer tu ahora y tu memoria a destiempo con la clara premonición de una
eternidad tardía, deshojada, pulida por las arenas que traían otros vientos
cruzados de océanos y marejadas y bajamares en las costas de tus lluviosos
olvidos. Iba paso a paso ebrio de las lluvias y los ponientes que presagiaban
tu cercanía, tu cadencia de libélula esquiva o de mariposa evasiva, iba y venía
en un círculo de infiernos, de rastrojos, de abisales celacantos y de nocturnas
noctilucas, divagaba buscando tu nombre en los amarillos y ocres y rojos
iniciales de los otoños, en los cantos rodados que traían los ríos en los
turbios inviernos, en los geranios florecidos en los confines de las primaveras
y en las dulces vendimias de los estíos que anochecían de incertidumbre. ¿Que
hechizo me has hecho mujer? ¿Por cuales grietas de mi ya cerrado destino
pudiste entrar y revolverme los días y desaguar la vasija reseca de mis noches?
¿Como encontraste la llave herrumbrada de mi alma clausurada a los trinos de
Amor? ¿Qué ángel vengador o demonio cómplice te la dio sabiendo que vendrías a coronarte
reina de heliconias y designarme tu loco vasallo? ¿Quien te creo así sigilosa y
deseable a mis oscuros delirios de fauno entumecido? Si yo solo buscaba la
fisura por donde tu voz se me escapaba hacía el silencio y se hacía susurro y
humo, cárcavas en las piedras y jeroglíficos indescifrables en la cortezas de
los árboles de todos los tristes parques por donde yo te buscaba.
Imagen: Fotografía del
autor, junio 2016.