Vindicación de
Yocasta
[Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi
a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia,
que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer vestía ropas de púrpura y
escarlata, y resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas. Tenía en la mano
una copa de oro llena de abominaciones, que eran las impurezas de la inmundicia
de su fornicación y la lujuria de la tierra entera. Apocalipsis 17:3-4]
...pero no me
importó porque el púrpura y el escarlata de sus vestidos encendían aun más los
fulgores carnales de sus pecados y yo pecador perdido sin perdón para siempre
lo único que deseaba era hundirme y beber, beber y ahogarme en el cáliz de oro
lleno de su sangre y su saliva y sus fluidos hirvientes y sus aguas de
perdición, y vi el nacarado tierno de su cuerpo vestido solo con oro y piedras
preciosas y perlas, y ella ebria de la vida que se toca y que duele, me
llamaba, me atraía hacia un túnel sagrado, y no me importó, porque la anilina
de sus ojos me envolvía en el tul de su piel perfumada, ardiente y cercana, y
fui más ciego al mal que enemigo del bien, y fui sordo a la voz del cielo de
mentira, y a los votos de abstinencia de monje adusto y consagrado, así
sumergido al fin en ese liquido primordial de sangre, leche, saliva, sudores y
lagrimas y orines y licores sexuales, esas aguas vivas que me llevaron la vida
buscándolas para aplacar mi sed de ser parte del Todo que me prometieron en el
Paraíso, y sentí que mi cuerpo inmerso
en la tierna turbiedad de ese vino voluptuoso se iba involucionando sobre si,
curvando sin dolor ni conciencia, mis piernas se encogían con las rodillas al
pecho y las manos en oración hacia el rostro, bajando la cerviz y cerrando los
ojos, y supe que en ese cenote tibio y urgente, lleno de los aceites y brebajes
de la Gran Ramera que no eran el vinagre fétido de todos mis pecados, no, yo no
estaba muriendo sino volviendo al origen materno, entendí que esa cálida
densidad animal era en verdad sus íntimos caldos uterinos, que estaba de
regreso al único lugar donde el Universo tenia sentido, y asombrado intuí que
era el fin de la búsqueda, del camino, y del Tiempo. Y fue esa mi revelación.
Creo recordar que con el pavor desesperado de los que alcanzan a ver la Luz,
quise borrar con el codo los oscuros escritos que me habían llevado a ese
divino dzonot, pero comprendí que ya era tarde para todo. Y ahora estoy
cerrando otra vez los ojos y dejándome morir para apurar el goce de los últimos
estímulos vitales de estas las aguas sagradas de Babilonia la Grande…
[Dadle a ella como ella os ha
dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida,
preparadle a ella el doble. Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en
deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy
sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto. Apocalipsis 18:6-7]
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