“Lo nuestro era volar”
K. y K.
Graffiti en la entrada del
Mercado municipal de Maullín,
Región de Los Lagos, Chile.
En Llico Bajo cruzamos un otoño hondo como un respiro y un río
fluyente lento enverdecido entre la asombrosa densidad vegetal de bosques
ancestrales, el frío que rasgaba la mañana de bruma y difuminaba los relieves y
escondía los pájaros, todo era quieto y agonizante como un último sosiego, yo procuraba
no verte en el cimbraje del juncal, en las floraciones escondidas, pensando en
la lluvia que iba a venir si te imaginaba silueta o sombra allí en la mitad más
húmeda del paisaje de ese sur que escondía tus vestigios en los arrebolados
troncos de los arrayanes o en la piedras que latían en la corriente
transparente de las orillas. O quizá fue en Parral, hacia la cordillera, que
era en ese entonces un rumor de otro río invisible, con su inverosímil castillo
(o laberinto) borgeano en medio de la infinita grama, y leñas esparcidas en un
azar misterioso que detentaba tu nombre de mariposa contra el cielo de nubes cirrus
como una pianola recortada en el horizonte arisco e imponente de las alturas
del Andes con los verdes infinitos tarjados por los brillantes amarillos
verticales de los álamos ajenos, por ahí por las nacientes del Longaví con sus
aguas congeladas y el volcán también esparcido en antiguas piedras grises y
terrosos amarillos, y me fui enhebrando los pocos pájaros entumidos navegando
en el frío cristal de la mañana de un sol despuntando en las puntas silenciosas
y quietas de los riscos, pero tampoco fuiste habida en este boscaje de más al
norte del otro sur. Ahora, hecha la travesía, recupero tu voz como las migraciones de las aves y no sé de otros
designios que esa tu voz, ni quién pintó tu retrato de alba niña en el jardín
de tus floraciones con tu rostro sonriendo y esa tranquila dulzura florecida,
sin saber como se llega al bosque de altos silencios donde meditas incrustada
en los nudos de los troncos y en el verde de los musgos, la recupero como un
agua que escurre por entre las piedras muertas sin saber donde, sin atreverme a
trazar el mapa de los senderos por donde caminas cuando sales, sin reflejarte
en mis espejos, a buscar los rastro de ese viaje.
Llico-Maullin-Parral, otoño, 2018
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