“muchas veces me gustaría ser Ofelia y navegar entre
aguas profundas solo para respirar la soledad de la flora y ya.”
Como una Ofelia
navegando sumergida entre las aguas profundas solo para respirar la soledad de
las algas y las raíces también sumergidas de los nenúfares y los jacintos de
agua y los lotos con sus flores estalladas en sus colores de acuarelas
encendidas en la superficie de espejeante estaño, repitiendo en sus reflejos el
otoño vencido ahí en el entreaguas con tu rostro dulce y tu halo de romántica
lejanía, de esa belleza tierna que despierta los carassius y asusta a los
caracoles. Instaurada solemne bajo esa flora acuática que cuidan las larvas de
las libélulas para que la luna pálida como tu piel anegada no la convierta en piedras
por su alta envidia lunar. Yaces inundada y dormida porque la vida se te hace difícil,
sin saber que la vida no es buena ni mala, simplemente va sucediendo en un azar
sin sentido, sin pauta ni plan de ceremonias, y eso te da ira y tus ojos se
encharcan hacia las aguas profundas arrastrando tu cuerpo de ninfa para que la refracción
de su cristal te haga sentir linda, atractiva, sensual, provocativa, sexual e
inquietante para que cuando los hombres narcisos se asomen a mirarse en la extensión
quieta de la superficie del agua estancada queden hechizados por la Ofelia que navega
sumergida entre las aguas profundas respirando la soledad de las algas y las raíces
también sumergidas de los nenúfares y los jacintos de agua y los lotos con sus
flores estalladas en sus colores de acuarelas encendidas. Y se quedarán ahí
atrapados en tus reverberaciones evocando sus primeros amores de florcitas o
poemas, o las mujeres que desearon y no poseyeron o las que los abandonaron por
ir a sumergirse como dormidas en las aguas más profundas para respirar la
soledad de las algas y las raíces empantanadas de los nenúfares amarillos y de
los jacintos de agua lilas y azules, y de los lotos de rosa intenso que flotan
soberbios como los galeones que llegaban de la Indias con sus cargamentos de
oros robados a los dioses derretidos, cargados crujiendo carcomidos pero
felices de la cosmofilia de un imperio de espanto. Y te vas hundiendo en el
sueño de esas aguas contaminadas para siempre con el veneno de tus perfumes
dulces como tu apariencia mágica de Náyade incipiente esparcida desde los manantiales
de tu boca imbesada por los arroyos y riachuelos de tus tristezas atávicas
hasta las insondables fuentes, estanques y lagunas de tu evanescente desamparo.
Y ya.
Asi sumergida en los sueños, puedo creer que amo.Siento la vida,pero poco a poco se va deslizando entre mis dedos hundidos en las aguas turbulentas de muchos rios en donde tantas veces me perdi sin saber que ya estaba muerta.
ResponderEliminarque tan caprichosa es la vida
ResponderEliminar