Anoche te esperé en el sueño,
recorrí de esquina a esquina el parque de siempre, te busqué detrás de las
estatuas, en los escaños anochecidos, en el reflejo lunar del estanque de los
peces silenciosos, en el zureo nocturno de las palomas, te busqué en los
jardines de rosales y de magnolias, en la frescura del pasto dormido, en los
lugares donde nunca nos besamos y en los sitios donde nuestras huellas
contrapuestas nos delatan al amanecer, en fin, te busqué hasta la orilla del
sueño y no, no apareciste maldita mía, entonces fui por la noche indagando por
tu lecho, rastreando el halito de tu cuerpo por los callejones y las avenidas
entre oscuridades y luces hasta dar con tu ventanal, con tu puerta, con tu
lecho, y te miré dormir toda la noche, sin tocarte, solo con mi ojos
acariciando cada fragmento de tu cuerpo que quedaba desnudo fuera de las
sabanas, tus brazos impúdicos, el escote acosado por tu respiración en sueño,
en algún momento el destello de una pierna buscando frescura, tu rostro dormido
atravesando un sueño donde yo no estaba pues te miraba dormir extasiado en tu
quietud de esfinge, pero en la penumbra del amanecer cercano descubrí en tus
labios la misma sonrisa dulce de cuando te beso y supe claramente que existe
otro que se encierra también en tus sueños y te genera sensaciones y te posee,
y que te hace rendirte a sus caricias, que te produce un éxtasis que humedece
tu cuerpo hasta saciarte, sonreí, y yo creyendo que solo era yo, tonto y
crédulo linyera, el que podía penetrar tus sueños, me creía poseedor de la
llave, el código y la clave que abre el portalón del castillo donde te pienso y
habitas bordando nenúfares en mi espera, qué va, pero no importa maldita porque
sé que yo soy el dueño de tu rosa embebida, de sus latidos y de la dulce
densidad de sus brebajes, de sus ardores escondidos en los medanos de tus
insomnios y de cada evocación que la estremece, y vos lo sabés, lo has sentido,
lo has vivido más de una noche mientras te rompo la boca a besos, maldita, yo
soy el sátiro que traspasa y penetra tus remilgos de gata maldita, yo soy el
que te acoso contra tu voluntad pero a favor de tus deseos, así que ese otro
puede jugar todos los juegos que quiera porque el único juego que vale, el
juego del fuego, ese solo lo sueñas conmigo. Y nada.
miércoles, 23 de enero de 2013
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vaya texo hermoso y muy argentino casi ,casi lunfardo....pero solo casi....Muy bello y casi, casi real.
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