“Cuantas veces
temblé / apenas si cubierto por la luz del verano / mientras te describía por
mi sangre.” Fábricas del amor, juan gelman, en Velorio del Solo (1961)
Como un toro de lidia finito me voy
arranchando en tu corazón de espiga, siempre fuera de contexto, atravesado en
los pequeños detalles que se te olvidan, silente y oqueroso, para que cuando el
sol no te baste vengas a pedirme condena, dirán por ahí los zambos –ese fue
macho marcado- pero las sapiencias de los libros, las junturas de tus puertas y
los gorgoritos de las lluvias sabrán que yo mismo me fui dejando enviciar de ti
con voluntad de amante desconcertado, de extraviado viajante sin las
cartografías imperiosas de tu cuerpo abrumador. Voy a esconderme fugado en las
copas que usas cuando bebes los vinos dulces y en los jarros de los yuyos
amargos, en sus suaves bordes cristalinos esperando tus besos de labios ceñidos
para empaparme de tu saliva, transparente. Estaré sin que me veas en las
cucharas y los jarrones, en el enigma de ese anillo que adoras, en la
superficie de la mesa que tocas rara vez acariciándola con deleites de niña
nostálgica, y en los pliegues de las sábanas de tu lecho tibio que pudo, en otro
tiempo repasado y en otro azar vertido, haber sido el nuestro. Sabiendo, eso
sí, que me intuyes por ahí cerquita, que me delatan tus latidos apresurados, el
relente de cierto perfume a rosas ácidas, un destello raro en los espejos o el
juego de las sombras en el mediodía del verano. Me voy a ir escurriendo con
sigilos de tramposo por el quicio de las ventanas en las que miras con tus ojos
tristes las lluvias soñándolas eternas, en los goznes y las bisagras que tu
mano melancólica va paginando por los días sin encontrar nunca las palabras de
mi olvido. No me verás acechando tu silueta desvanecida en las esquinas de los
cuartos vacíos, en los guardapolvos, en las lámparas y los ceniceros, en el sabor
salvaje de las uvas de la vendimia de tus penas, no me verás mimetizado con el
polvo que se acumula debajo de tus pies. Seré ausente visitador de atardeceres
e inmigraciones, intranquilo observador de tus ires y venires por los sitios
cotidianos de tu vivir, de las líneas desesperadas que van trazando tus pasos
cansados de no encontrarme en el polen de tus pestañas. Y si me sorprendes en
los escondrijos necesarios, si me atrapas por ahí en mis burladeros de tímido
minotauro rondando tu presencia evanescente por tus propios lugares, alegaré
distancias de indiferentes geografías, crueles convenciones de fidelidades mal
vistas, e invocaré sobretodo las desinencias esenciales de los verbos del amor.
Vale.
Hermosa prosa de un gran contenido, inspirada en un gran poeta que recién empiezo a conocer. Gracias maestro por su aporte , por su entrega.
ResponderEliminarBellísima prosa, impecable y un un acertado final, que en los textos es valioso, muy valioso. Gracias.
ResponderEliminaralegaré distancias de indiferentes geografías, crueles convenciones de fidelidades mal vistas, e invocaré sobretodo las desinencias esenciales de los verbos del amor. Vale.