Te soñé, te soñé en esa playa
soleada, acosada por el mar y sus reflejos, tu piel bronceada besada con
delicada impudicia por un sol celoso, te soñé soñándonos mientras conversábamos
de poemas y barrocos a la espera del atardecer, de sus malvas y sus arreboles,
de sus rojos tenues y de sus pálidos amarillos en las alturas quietas que dan
hacía el crepúsculo, yo me sumergía en tu mirada nostálgica, tu voz me iba
hechizando para que no me atreviera a tocar tus labios con un beso inesperado,
el mar era de blancas espumas traviesas, de pequeños oleajes que dejaban en el
aire diáfano una música a ras de arena que se esparcía en tu entorno como un
halo misterioso, yo miraba tu piel desnuda, los granates de tus uñas, el libro
que leías antes de que te soñara, esperándome, tus manos que me negaban la
caricia, el roce mínimo, tu tierna suavidad, yo observaba arrobado como en otro
sueño tu pie sobre la arena, saboreaba de memoria la sal cristalizada en esos
territorios prohibidos, en tus comarcas y tus paisajes, la noche se había
quedado atrapada entre las algas para que no te fueras, el sol seguía yéndose
cada vez mas lento esperando que te besara, tu seguías pensando en un verso que
abarcara el instante con tus labios dispuestos, y yo seguía sin atreverme para
no despertar nunca del sueño.
martes, 2 de junio de 2015
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Hemoso!
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