“La única estrategia que
puede más que el tiempo
es conseguir perderlo
impunemente.”
Pérdida de tiempo. José
Manuel Caballero Bonald, 2009.
Es un cardumen
de peces blancos atacados por pequeñísimas medusas urticantes que se despliegan
siguiendo las enigmáticas y extrañas leyes de un azar incomprensible, convergencias
esenciales de malabarismos utópicos, silogismos visuales engendrados por una
mente incontaminada, inicial e inocente, bajo el intrincado dominio de un
algoritmo inequívoco de consumada dialéctica marxista, instrumentaciones intrascendentes
o misteriosos códigos tatuados hasta el cristal en el plomo azogue de un
reverso de espejo, miríadas de esporíferos coloreados como pompas de jabón para
mimetizarse entre las maravillas y el asombro del sueño, trayectorias subatómicas
en la radioactiva fosforescencia de un mar somero, arcaico, donde primitivos
protozoos se enraízan en las premoniciones genéticas de sus futuras líneas
evolutivas, lombrices azules o magenta, crueles monstruos feraces en la cúspide
circunstancial de la primera pirámide ecológica, impresiones, huellas,
vestigios escindidos de las memorias ancestrales, océano inaugural, brebaje
donde las partículas están simultáneamente en varios puntos del espacio quántico,
notaciones sistemáticas de un mago involutivo, lugares donde el tiempo no
existe ni antes ni después del instantáneo ahora, derivas de minuciosas naves
interestelares atrapadas en el ámbito inevitable de un agujero negro, ondas o corpúsculos
asumiendo la curvatura del espacio-tiempo, mohos carcomiendo la superficie de
las quietas aguas primordiales, visitaciones del imaginario infantil donde la
imagen es verbo contenido en sus colores y formas, en los juegos variados del jardín
de la ita, astronomías de constelaciones en movimiento continuo allá en el
tenue nocturno donde habita la luna sonriendo, habilitaciones del instante en
que la mente alcanza la realidad y se vierte coloreada, desperdigada,
incoherente pero soberbia en su arte primigenio como las huellas de manos estarcidas
con los ocres de antiguas limonitas, urdimbres de un arcoíris disperso por la primera
lluvia del primer otoño aun sin hojas ni brisa en los castaños, vigías ocultos
en los poros del tiempo, inverosímiles volantines cruzando por entre asteroides
o planetas menores del cinturón principal, cenizas volcánicas aglomeradas por
las mínimos espesores de la fuerza gravitatoria, polvo de estrellas en un cielo
cuajado, trazas o esplendores de noctilucas o mínimas luciérnagas, luminiscencias
abisales, gotas del diluvio bíblico sobre la nieves de las altas cordilleras
sumergidas, manadas de elefantes rosados y ñues azules en sus migraciones por
los vastos pastizales del Serengeti y del Masái Mara, o quizá simplemente las
fantasías de una infantil imaginación comenzando a florecer en el campo de la
informática visual, prodigios de los artilugios que serán su mundo. Vale.
Imagen: “Pintura de Arte”. Powerpoint. Lia Javiera
Yacsich, (Pili). Marzo, 2013.
Meditada y tierna descripción de un sueño infantil.
ResponderEliminarLa fantasía y la imaginación pueden recrear paisajes llenos de magia, el mundo de ese otro lado es tan inmenso que tal vez jamás deja de desplegar sus ideas para regalarnos textos tan bellos como este.
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