Cierro los ojos
y te veo caminando por la grama de hace muchos años atrás donde hermosos
caballos corretean con sus galopes de fiesta y pastan en las orillas de un
estero de aguas claras donde mojabas tus pies en los veranos de un lejos tan
lejano que es como una poesía no escrita. Cierro los ojos y te veo en los
bailes de tu juventud alada rodeada de jóvenes caballeros que te cantan
canciones de amor lozano como las rosas de primavera hasta que un día apareció
el príncipe que venia a buscarte y raptarte al amor de verdad y también a los celos.
Cierro los ojos y te veo extranjera en otras tierras ajenas entre los tumultos
de gentes distintas y hay muchos colores y canciones con guitarrones y
sombreros de ala muy ancha y vives ahí unos años felices y de nuevo vuelas como
mariposa itinerante a una costa donde las orquídeas te esperaban con los celos
vivos por tu perfume. Cierro los ojos y te veo en un territorio de otro idioma
sola buscando la deuda del amor hasta que lo encuentras y vives otros años de
felicidad contenida y entonces decides el ultimo vuelo y rompes las cadenas y
te elevas y vagas en un éxtasis libertario y sigues volando hasta que
encuentras en las ciénagas de los caimanes y los flamencos rosados el lugar
donde yo habría de encontrarte. Cierro los ojos y te veo tan cerca que alcanzo
a sentir tu tibieza hilvanando los deseos y puedo verme en tus ojos como en un
cenote milenario pero no reflejado si no como habitante naufrago o sacerdote
intranquilo y rozo tu piel para constatar tu existencia concreta aunque este
idealizada por la distancia de los todos los imposibles que hemos ido
atravesando durante los días de todos estos años nuestros. Cierro los ojos y te
presiento o te intuyo con la convicción y la fe del incrédulo y el apóstata
convertido que arde en su propia hoguera que es el fuego y las brasas y las
llamas que escriben tu nombre en medio de la noche sin luna mientras aúllan los
lobos en los bosques y se estremecen de ansias los potros en sus corrales
oliendo algo más que la hierba fresca. Cierro los ojos y continúo deslumbrado
por los resplandores de tu piel encendida con las sombras de los recovecos de
tu cuerpo asiluetando los matices de la ternura donde los pájaros y las
libélulas se esconden para quererse en secreto e ir condensando el aire de las
marismas y calmar en esa humedad consentida la sed de amor que los urge cuando
en llegando el otoño como ahora aquí nosotros. Vale.
sábado, 23 de marzo de 2013
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cuando leo tus escritos me pregunto que es eso de amar? No necesita cuerpo ni cercania ni siquiera suspiros que delaten ese estado..qué es eso que tanto lugar ocupa en nuetras vidas....es un misterio que nadie podra explicar....Gracias, maestro.
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