Hago como que tenías
los ojos de otro color para alcanzar a reflejarme en ellos otra vez donde sea
en tu perra ausencia y me voy orillando los otros rostros de reemplazo, esas
tus mascaras funerarias, como de soslayo para no mirarlos de frente y
desconfiar de tu gesto, el rictus de tu boca, de cierto aire de no ser tú a la
hora del beso. Pienso tu piel algo mas fría, poquito menos suave, con diversos
aromas florales y sabores frutales, y así no extraviarme en el relente
equivocado e intentar una caricia perdida por las negaciones y subterfugios sicóticos
del desengaño repetido en los espejos, en los ventanales que dan al crepúsculo,
en las copas vacías con tus labios marcados como si recién te hubieras ido. Olvido
los detalles que amé en ti mientras tú me amabas, tu manera de mirar sin verme,
la tibieza intencional de tus manos, las pequeñas furias que borraban tu
sonrisa antes de hundirte en el cenagal donde habitabas por días incubando ese delicado
odio de amor herido, las inflexiones de tu voz cuando entrabas en trance de
celos y te me ibas difuminando en un vaho intangible que yo no percibía hasta
que ya estabas tan lejos que solo me quedaba esperar que volvieras otra vez amanecida
y solitaria. Dejo que las palomas se ausenten de los parques y de los
campanarios para no convertir sus arrullos en tus vestigios y seguirte por esas
veredas anegadas por las lluvias e invadidas de pájaros o libélulas convencido
de que estarás por ahí jugando a las escondidas con la dulce timidez del primer
amor para siempre. Me equivoco a propósito de esquina para esperarte con la
serena esperanza de que no vendrás porque no era esa la esquina de la cita y
que mañana será otro día y convendremos en otro lugar donde sí nos encontremos.
Beso todas los labios posibles por ver si en algunos reconozco los tuyos
sabiendo que me bastará rozarlos apenas para saber que eres tú la que beso, y
me dejo llevar por los hechizos confabulados que me miento en cada beso aunque
sin morirme en ello como era contigo. Pero para tu mayor gloria has de saber
que de vez en cuando si me muero solo para ver si te encuentro allá en el mismo
infierno donde deambulo ebrio de ti sin tu recuerdo. Hago como que sigues acá
tan cerca que no necesito verte ni tocarte para seguir sintiendo tu presencia
pernoctando a mi lado en cualquier noche sin luna. Vale.
martes, 5 de marzo de 2013
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Bellisimo!!!!!Amor soñado.
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