En tanto marca que se desliza, se
mueve paralela a la realidad, repite inversa, copia transformada, virtual, sucede
en un instantáneo después vertiginoso, infinitesimal, un ahora casi en contacto
con el aquí y por ello verosímil, ilusión tras en sobre cristal, intocable y
mentida, invertida, lo otro mismo orto,
dualiza, no se bifurca, contiene, cristaliza, quizá absorbe duplicando sucesivo.
Vidrio y cinabrio, aguas quietas, lisa obsidiana, bruñidos metales, cobre,
plata o bronce, amalgama de plomo o estaño, aluminio, derramados vertidos
esparcidos sobre la lisura de sílices intranquilas, plateadas superficies que plagian
tu rostro, copian tus gestos, calcan tus alegrías o tus penas, falsifican tus
rasgos, calcan tu mirada en otros ojos trasplantados, iguales pero sin vida,
como muertos bajo el cristal de un féretro vertical incrustado en el muro. Tus
ojos en todas las lunas, tu rostro enmarcado, limitado por decoradas
geometrías, tú devuelta como imagen, inmaterial, impalpable, sin voz ni
tibieza, sin el ácido perfume de las oscuras rosas rojas, sin el vaho vivo de
tu respiración, sin la posibilidad de acceder a tu ternura, la mirada que no
encuentra los fulgores latiendo en el lado equivocado de la mísera realidad, te
observas, te repites, te especulas, rozas el absurdo invertido, reconoces al
que no es, al que nunca ha sido ni será. Repeticiones inútiles de gestos, rictus,
sonrisas cínicas, muecas de payasos de circo pobre o mohines de falsas
esfinges, ambigüedades y aspavientos, arenas, polvo o cenizas que serán cuando
todavía parpadeen los últimos vestigios de la última vez que te asomaste a esa
mentirosa ventana donde los objetos pierden su realidad y sus concretas geografías.
Tu silueta iluminada intangible, sin la soberbia que te inunda en este reverso
ni la imperceptible corrosión de los años en los gélidos cuarzos de tus manos,
vidrieras que te persiguen repitiéndote como las copas o los vidrios cotidianos,
tu bosquejo a contraluz en las mamparas de las puertas cerradas, tus escorzos
en las acuarelas de la pompas de jabón, en la anilinas metálicas de los pomos
que esperan tu tibia cercanía, tu reverbero en los charcos que te siguen sin
dividirte, innumerables en las calles después de las lluvias. Planos
inquietantes, tridimensionales, pulidos hasta el engaño, relucientes facetas
del ojo de un monstruoso insecto desperdigado en los infinitos universos
posibles, deformaciones cóncavas y convexas, esféricas refracciones del todo, del
absoluto contenido en la reluciente curvatura, elementales ejecutores de un antiguo pacto, multiplicar el mundo como
el acto generativo, insomnes y fatales (i). Azogues donde despareces.
(i) Borges
Hermosos sentimientos a ese ser que tanto se merece, sentido homenaje. Gracias Maestro por tanta maravilla que deleita el corazón de quien le lee.
ResponderEliminar