viernes, 25 de marzo de 2011

CANTAROS, ANFORAS, TINAJAS.

“barro sutil y quebradizo que sólo un alfarero milagroso pudo amasar en vasija de eternidad.” (J.L.Borges, Inquisiciones, 1925)

Cántaros, cuencos, vasijas. El cántaro de barro o greda que va y va a la fuente hasta romperse. Antiguos cuencos de piedra o madera que supieron de aguaceros y sequias. Cuencos blancos, compactos, duros y translúcidos, de porcelana hecha con meros feldespato, cuarzo, caolín, arcilla y agua. El jarrón y la rosa amarilla de cierto monasterio budista. Un florero de cristal de Bohemia, los tiestos para bonsái de Yixing con sus grandes agujeros de drenaje y sus patas para oxigenar furibundas raices. Un barril de pólvora o una barrica de madera para la crianza de vino. Cuencos de cerámica llenos de agua, el miratorium de los romanos, que revelaban el futuro de cualquiera cuya imagen se reflejara en la espejeante superficie. Un cuenco tibetano único e irrepetible hecho de siete metales que aquel que lo toca es elevado a los cielos. La vasija que un pescador encontró en el lago de Izabal mientras estaba pescando y que quedó atrapada en el trasmallo como un róbalo habitante de una ciudad perdida y sumergida bajo las aguas y que guarda ocho toneladas de oro. El ánfora recuperada en el territorio de la ciudad etrusca de Vulci, con las siluetas de las figuras pintadas de negro, dejando que el esgrafiado dibuje los detalles interiores, y que por un lado tiene la representación del dios Heracles luchando contra el león de Nemea, y por el otro a Dionisos, deidad del vino y de la ebriedad, entre dos Sátiros y dos Mménades de su séquito, que personifican la naturaleza salvaje y la locura mística inspirada por la embriaguez. Anforas para servir el vino en los banquetes antes de que fuese vertido en las crateras para mezclarlo con agua y miel. Anforas y crateras. Los búcaros de tierra roja arcillosa que contenían agua perfumada como el de Tonalá que la menina María Agustina Sarmiento ofrece a la princesa Margarita de Austria en Las Meninas, de Velásquez. La escudilla con agua bendita que se lee en el capitulo sexto del Quixote o cierta cubeta en el borde de un río esperando el agua o el simple tazón de chicha que sueña el sediento. Una tinaja guardando el agua de las últimas lluvias. Aguas o vino dulce o hiel amarga. Una cuba cubana con aguardiente de caña. Un tonel con granos azumagados. La jarra de peltre en que Ahab bebía el ponche mientras perseguía delirando su inalcanzable Leviatán.

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