Fervor de tus
besos retribuyendo mis afanes de ti, de tocarte, de verte, de fragmentar el
imposible hasta verter en ti mi saliva urgente. Los brazos abiertos hacia ti y
el rostro triste como un cristo sufriente contra los arreboles de un crepúsculo
de cielos desgarrados. No estabas, no eras habida en la turbiedad de la lluvia
que se derrumbó sobre la sinuosidad contraída de las calles, solo había tu mano
en los cuarzos envidioso del rosado de frambuesa nacarada de tus uñas almendradas
y aquella incógnita mariposa (i) indescifrable libando en el rojo del hibisco,
y busqué su nombre para nombrarte en la clandestinidad de silencio; mariposa de
la pasionaria, y supe que eras tú alada e impalpable, apasionada. No estabas, enmudecías
en el llueve del día que se iba sin las furias de tus verbos y las furias de
tus celos, aún estabas inmersa en ese mar
de mareas locas que sacuden tu barca sin piedad, huyendo siempre del indomable
amante que no te deja olvidar aun creyendo que tampoco quieres. Y en la
alquimia de piedras y lluvias nos quedamos atrapados e insepultos, mariposa
trasnochada y fauno intermitente, en la telaraña del tiempo y el laberinto
insalvable del espacio donde todo va sucediendo sin nosotros, condenados a
vivir con la maldición de un doble exilio inmerecido. Rumbeabas por allá en el
lejos, por la llanura pampeana al pie del monte, entre cuarzos y mariposas,
entre benteveos, caranchos y chingolos, quizás por el mismo Espinal entre los
pálidos amarillos del quebracho blanco y del algarrobo, y el blanco difuso de los
romerillos, mientras yo chapoteaba en los charcos arrinconando las arcillas
como un alfarero desamparado. Fervor de besos en las esquinas sombrías, detrás
de los muros y en los altos campanarios, en las cuarceras abandonadas y en los
rincones inundados, aleatorios, sin bocas cerca ni labios tocándose, besos con
la levedad de las mariposas transparentes que iban y venían entre tú y yo
cuando no estabas. Ahora es otra hora y estás en el lugar de siempre, con la bruma de un día gris en tus ojos
encegados, pero aun yo sin ti y tú sin mí, solo incrustados el uno en el otro
por esa sincronía de coincidencias en el tiempo y las certezas, y de simultaneidades
de nuestras mutuas incertidumbres. Pero igual me voy feliz por todito tu cuerpo
recorriéndolo y recuperándolo para mis oscuros deseos de siempre en el fervor
de tus besos incautado.
(i) Agraulis vanillae maculosa
".......pero aun yo sin ti y tú sin mí, solo incrustados el uno en el otro por esa sincronía de coincidencias en el tiempo y las certezas, y de simultaneidades de nuestras mutuas incertidumbres....."
ResponderEliminarMaravilloso.Profundo como el infinito.