Un beso evanescente, apenas un roce leve y
breve de labios que se buscan temerosos, tímidos, asustados, como nómades mariposas
en sus vuelos a ras de pétalos sobre las flores que las incitan con sus
néctares escondidos, como un instantáneo parpadeo que asoma a un paraíso que se
niega y se desea a la vez. Cuando te
beso, todo un océano me corre por las venas, nacen flores en mi cuerpo cual
jardín, y me abonas y me podas soy feliz, y sobre mi lengua se desviste un
ruiseñor, y entre sus alitas nos amamos sin pudor, cuando me besas un premio
Nóbel le regalas a mi boca. Cuando te beso, te abres y te cierras como ala de
mariposa, y bautiza tu saliva mi ilusión, y me muerdes hasta el fondo la razón,
y un gemido se desnuda y sale de tu voz, le sigo los pasos y me roba el
corazón. Cuando me besas, se prenden todas las estrellas en la aurora, sobre mi
lengua se desviste un ruiseñor, y entre sus alitas nos amamos sin pudor, cuando
me besas un premio Nóbel le regalas a mi boca. Cuando te beso, tiembla la luna
sobre el río y se reboza. Rostros que se desdibujan en sus tenues urdimbres
para buscarse y encontrarse como máscaras sin máscaras, atrapados en sus
propias redes de necesarias ternuras, cercanías y deseos, embebidos de la
humedad de un beso que consuma la trama de palabras y susurros que llevaron a
ese momento en que los labios se tocan para siempre en el inicio luminoso de un
recuerdo imborrable. Todo se va en la
vida, amigos. Se va o perece. Se va la mano que te induce. Se va o perece. Se
va la rosa que desates. También la boca que te bese. Convergencia de
destinos extraviados en elusivos sueños de una boca que besa bajo la lluvia en
un mediodía de invierno en una calle cualquiera, o bajo un farol de penumbras en
la esquina de una noche o en la florida quietud de un anochecer en un parque,
coincidencia en un aquí y ahora de los labios sedientos en la culminación del
destello del amor que se vierte como el dulce sumo de los maduros frutos de dos
otoños que concurren cierta tarde no esperada a una cita con otros labios no
esperados. Tarde cuando vivieron nuestros
labios en la desnuda intimidad de los besos. Vale.
Referencias, (en
cursivas), por orden de aparición:
Cuando te beso.
Juan Luis Guerra
Mariposa de otoño.
Pablo Neruda
Una despedida.
Jorge Luis Borges
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