“Me da igual que la misma palabra se repita; eso le ha dado a mi
escritura cierta severidad, la sequedad de la pobreza escogida.” Así me
duermo... Severo Sarduy, 1990
Verás un campo de lirios morados
y un horizonte donde el poniente se fragmenta en tules de rubores indecisos
sobre un azul cielo de mares someros, una hondura donde chapotean tus
nostalgias y el último resplandor del sol muriendo contra el mar de oleajes,
gaviotas y espumas. Sentirás como laten por ti los azules entusiasmados como
una verbena en jolgorio por las callejuelas del nocturno, un carnaval de
máscaras alegres y santos de yeso con la luna llena congelada en su altura de
vestal intocable. Dejarás atrás los verdes pinares y la trama de eucaliptus, la
grama mullida donde retozaron las inútiles urgencias, el pasto crecido con sus
hierbas sigilosas, el potrero de las mariposas de ese verde clarito que
parecían pintadas con las anilinas de los sueños y el verde oscuro y salvaje de
las pozas de aguas estancadas. Habrá una estación con los rojos otoñales y una
lluvia finita cayendo sobre los quietos cipreses funerarios, los brillos del
cinabrio y los reflejos del granate, el velamen del balandro navegando en la
playa del poeta y en los ojos felices de la Pili. Percibirás los infinitos
matices de los amarillos danzantes en los caminos de los yuyos como un óleo siempre
a medio terminar donde se confunden los dorados con los tintes anaranjados y
los girasoles con los dedales de oro, y aquel amanecer bahiano con los otoños
de los ginkos del jardín materno. Sabrás que los vidrios de las piedras eran
amatistas o amapolas, que enero se va repitiendo hasta septiembre y cruza las
lluvias del invierno caminando por las calles mojadas sin tristezas ni
rencores. Intuirás certezas que no reconoces, y la sombra de la duda se diluirá
entre las melancolías del atardecer cuando se desaten las caligrafías para
alcanzar a describir con precisos detalles el destello mínimo que surge allá en
el fondo de tus ojos dormidos cuando miras las rosas de tus rosales en el
jardín de tus sueños. Leerás cara al cielo bajo un sauce con el rumor del agua en
el arroyo cercano estas palabras enrevesadas y mi escritura se te romperá en
silabas susurradas, se fragmentará a veces en grafías codificadas y te
retratará verbalizada por los siglos de los siglos en los furtivos encantos del
amor sin sentido ni fin. Y un ocaso desarmado en sus colores y sus siluetas se
verterá como un apacible río transparente entre el vuelo de las palomas
asustadas, entonces oirás un canto en lejanía y será el ruido del tiempo
levantando el polvo antiguo que selló para siempre tus pasos
Imagen: El Piloca II. Isla Negra, Enero 28 de 2015, fotografía del
autor.
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