“Esta dualidad esquizoide yace en la razón del paradigma cartesiano.” El Reencantamiento del Mundo. Morris Berman.
Demonios ocupando las grietas por donde el tiempo escurre como una arena fina, blanca, cuarcífera. Dioses oscuros y confusos ramoneando en las extensas praderas de la noche iluminados por un fulgor eléctrico, de irritantes destellos estroboscópicos. Demonios inofensivos que arrastran los deseos escondidos, inútiles demiurgos malditos con trajes bufonescos revolviendo la sopa amarga de las pequeñas miserias, incubos ociosos brincando sobre las tumbas vacías y las estatuas olvidadas hasta por los pájaros. Demonios infatuados por su angélica rebelión y divino desacato, gimoteando en vuelos de buitre sobre el cenote tibio que oculta la entrada al negado Paraíso. Crujidera de huesos, rechinar de dientes, ojos extraídos por la uña del terror, bocas con la mueca de pánico congelada en los labios sangrantes. Demonios horripilantes con tres ojos, con garras de marfil fósil, con facciones de ácaros o avispas, con la piel babeante y putrefacta de las iguanas comestibles. Demonios urgidos por la pesadilla de un Dios castigador celoso de las victorias pírricas y de los fastos untuosos de la perversión, la traición, la ignominia y la inverosimilitud del pecado original. Demonios trágicos aferrados a esperanzas insensatas, a sueños imposibles, a desengaños barajados en versitos de cotillón. Demonios vencidos por la eterna inmanencia. Demonios corroídos por la envidia del libre albedrío, de la cercanía de una tibieza con rostro y sexo, de la sensación de la sal húmeda en los labios en las horas crepusculares de todos los mares. Demonios angustiados por una inmortalidad sin sentido que se desgasta lenta e infinitamente sin solución de continuidad ni mínimo vislumbre de ocaso. Demonios enjaulados como aves de parques temáticos, míseros ángeles caídos en el cieno negro del error doloroso de la soberbia siempre victoriosa. Demonios chapoteando en el lodazal del desprecio por indiferencia, ignorados, abandonados a los cuentos infantiles, a los filmes de tercera categoría, a ser sustos sin asombros ni pestañeos. Demonios inconclusos, creados en la premura de aberraciones más domesticas o más creativas. Demonios viejos arrumbados en los sucios y fríos rincones de un Averno vacío, arrastrando sus ridículas patas de arpía o de caprino, con sus alas mefistofélicas resquebrajadas por centurias de desencanto y desidia. Demonios con las cuencas de los ojos vacías esperando que el Creador les conceda, al final del último de los últimos tiempos, la gracia inmerecida de volver a entrar en el Empíreo y volver ver en plenitud la mística Rosa Celestial con sus siete círculos y sus siete cielos bajo el reverbero del brillo cegador de la Esencia Divina.
Ha sido una verdadera fortuna que la huella que has dejado en mi blog me haya conducido hasta el tuyo.
ResponderEliminarEs impresionante lo que acabo de leer. Si me permites la apreciación, tu vocabulario no es rico, es suculento; la descripción que has hecho de esos seres del Averno, mitad dioses, mitad humanos, vencedores y vencidos en mundos, en sueños, en mitos, es un verdadero prodigio.
No solo me he quedadxo perpleja con tu espléndido estilo, sino con la imaginación y creatividad para dar forma a estos seres informes, por toda la rica cultura y referencias literarias que se esconde entre las líneas.
Tu pluma es magistral.
Será todo un placer quedarme por tu blog, que ya deseo leer con más calma para disfrutar del lujo de tus letras.
Mi más sincera admiración.
Un saludo, Fernán.
Marisa, agradecido de tu interes.
ResponderEliminarY me sucedio lo mismo cuando descubri tu blog, esas "Pinceladas de Otoño" me rompieron el esquema, no solo en su fondo, sino tambien en su forma. He hecho varios intentos de colorear un poema pero no habia dado con esa clave.
Mis saludos,
F.S.R.Banda, mismo