lunes, 10 de enero de 2011

NOTICIAS DEL REINO

"Toda escritura es divinamente inspirada" (Segunda epístola de Pablo a Timoteo)

Una cacofonía de ángeles absurdos con los rostros entumecidos por la desidia de ocios milenarios, una nube zumbona de querubines gordiflones, sonrosados y desnudos, aleteando con sus alitas cortas, con sus arcos, flechas y carcajes de utilería de circo pobre, adoran en perfectos círculos concéntricos como la rosa celestial a un anciano ciego de barbas blancas y ralas que desfallece de divina ineficacia enredado en una burocracia senil de vicarios y sacristanes. Es una divinidad desgastada por el uso indiscriminado de su omnipotencia, su omnipresencia y su omnisciencia, sin resultados valederos ni milagros necesarios y urgentes. Ahí yace empantanado en la costra de injusticias y de aberraciones morales que separa el coelum de la tierra emporcada por rufianes purpurados, por sacrílegos benditos, por frailes inquisidores ocultos en humildes sotanas y doradas mitras. Serafines ancianos, vírgenes desabridas y arcángeles mohosos asisten a los nueve coros angélicos en un vano intento de salvarse del tedio de los siglos, de las penumbras de un resplandor dormido en bíblicos laureles. Un carnaval de reliquias recorre cada tantos siglos el paraíso desierto con sus mascaras persas, su faraones de piedra, sus innombrables de cera, yeso o papel, y al final del corso un reseco escatologo (i) vestido con una camiseta de color naranja con lunares amarillos, un ancho pantalón rojo, unos zapatos muy grandes y por nariz una brillante esfera colorada, va declarando a viva voz las “realidades ultimas” pero nadie le escucha y su grito se pierde en la maraña de santos desilusionados, profetas silencioso y ungidos desarrapados que cierran el ditirámbico desfile. La existencia propia, la eternidad y la inmutabilidad del anciano se mezclan con sus impotencias y arbitrariedades, como si fuera apenas un pequeño dictador casero, más payaso patético que creador impune. Su atributos morales; Amor, Justicia, Verdad, Sabiduría y Santidad, se perdieron entre la muchedumbre de desolaciones y miserias que Él no pudo extraer de la arcilla y el agua originales con que creo el último mamífero, macho y hembra, conforme a su imagen y semejanza, para que tuviera “dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza sobre la tierra" porque pensó que era muy bueno, sin prever que creaba una casta de mercachifles y maromeros, que vivirían hasta el fin de los siglos en una chimuchina y una fanfarria eternas para su mayor gloria y el divino escarnio de titiritero inútil. Vale

(i) Según la primera acepción de ‘Escatología’ de la R.A.E.

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