Para Geli, y sus artes de colores.
Con el tiempo….
Ya no hay retorno
“Con el tiempo”, Angels Martínez
Sobre penumbras y neta oscuridad, un reloj y unas manzanas, permanecen como un extraño artilugio de venerable metal y brillantes joyas del estío suspendido en cierto espacio durante cierto tiempo. Las rojas manzanas del otoño, madurando sigilosas en la noche, abrumadas de colores, de texturas, de sabores ácidos o dulces, rojos y carmesíes ensimismados en sus semillas y en sus reflejos, las verdes manzanas del equinoccio como planetas de ancestrales sistemas nonatos, arduas esferas clorofílicas, las manzanas amarillas de los rastrojo escondidas en el pasto y las hojas moribundas del final de la estación de los frutos. La manzana azul del insomnio, de los sueños del duermevela, del amor extasiado florecido como flores de lino o rosas imposibles que perduran a través de la noche. La pequeña manzana color granate atravesada y arrastrada por el minutero condenada a girar todas las horas en el monstruoso cangrejo del tiempo. Manzanas deformadas por espirales ciclónicas como sangrientas galaxias de un universo que aun no maximiza su entropía. Abajo es bruma gris, neblina húmeda de los inviernos inmemoriales cuando el hombre aun no dominaba el fuego y toda oscuridad era enemiga. Arriba un oscuro y difuso horizonte dorado con una luna difusa que se muere absorbida por las negras nubes de una tormenta inconclusa. La épica creación de pesadilla o de sueño premonitorio, con el caos vibrando en la opacidad de un tiempo destrozado. Con sus ecuaciones insolubles sumergidas en las aguas atrapadas de las clepsidras egipcias, o reptando sumidas en las arenas de los bulbos reversibles de los antiguos navegantes, o convertidas en luz y sombra en los quietos gnomones solares. Once manzanas, (falta la hora duodécima, la ultima), atrapadas en los quelípedos y periopodos del moribundo crustáceo del tiempo, quebrado, roto, fragmentándose en los últimos movimientos de las manecillas sobre la destrozada esfera de cobre envejecido. No hay esperanza, el tiempo se está terminando, desbaratando sobre si mismo, la realidad hermosa, dulce y perfecta como la manzana del Paraíso se deforma asumiendo formas y colores de una extravagancia terminal, barroca, pronto podremos comer otra vez de todos los árboles del paraíso, menos del árbol del conocimiento del bien y del mal (i). Sabemos que una de las ecuaciones de Schrödinger trata por igual el tiempo y el espacio, pero aquí ya no hay espacio ni tiempo para las plateadas manzanas de la luna o para las doradas manzanas del Sol (ii).
(i) Génesis 2:16-17).
(ii) Ultimos versos del poema “The Song of Wandering Aengus” de W.B. Yeats:
The silver apples of the moon,
The golden apples of the sun.
Imagen: Angels Martínez (Geli), Febrero 2011.
Magnífico aporte sobre el tiempo y la vida, me encantó, gracías por saber que mi imagen inspiro tan bello trabajo.
ResponderEliminarAngels Martínez- Geli