Estoy borrando
todas tus huellas posibles, los vestigios de tu presencia hasta en los más
delicados intersticios donde se guardaban tus perfumes y también tus furias,
tus desesperantes celos de gata veleidosa, tu manía de virgen perseguida, el sosiego
brusco de tus silencios, tus fuegos y tus alturas de reina indómita. Voy
tachando fechas, quitando los festivos y los duelos, ocultando nostalgias inverosímiles
porque te estoy olvidando a como de lugar. Estoy deshaciendo los nudos y los
entuertos que me ahogaron con la tibia imposibilidad de tus manos, anulando
ciertas voces, cierta imagen, raspando la verisimilitud de un sueño atiborrado
de incertidumbres, de pequeñas pesadillas, de huidas imprevistas y retornos
cotidianos. Estoy despintando un paisaje de tantos colores que se nos habían
perdido los matices del gris y ya no sabíamos cuando era noche en su oscuro ni
día en sus altos soles cruzando de ti a mí con sus retrasos. Voy desfigurando
tu imagen con las agua de todos los ríos que socavaban mis orillas de arenas en
reposo con la turbulencia de tus regaños y arrebatos inquisidores en el delirio
de bajante furiosa según la inundación o sequía que atrapaba tu alma
intranquila. Voy corrigiendo las biografías no autorizadas, las memorias apócrifas,
los relatos de los amores de ultratumba. Estoy modificando la tensa ansiedad de
las mañanas, extirpando tu nombre, tus nombres, del ahora aciago ventanal que
da a las lluvias sobre el jardín donde florecían los rosales de tu recuerdo. Estoy
impugnando los decretos por los que reinabas en tu reino de mi desesperación constante,
derogando tus leyes estrictas e injustas con que gobernabas las mareas de tus
furias instantáneas. Estoy desbaratando los castillos de arenas de cuarzo, los
muros de obsidiana sajante, quitando tus ojos de las cosas que miro, enterrando
en cada mañana los restos fúnebres de tus ausencias impredecibles. Estoy rectificando
la palabra camalote para que signifique nada más que jacinto de agua de hojas
verde brillante y flores lilas o azules, y no tenga el peso de tu historia ni
la connotación del río de aguas zainas, ni me traiga el aroma de un delta que
nunca veré contigo en un atardecer ya perdido, y ahora le llamo aguapé o
aguapey como un guaraní asustado escondido en las breves selvas de tus islas. Te
voy borrando a contrapelo, en contracorriente, a pesar de plenilunios y solsticios.
Y te aviso maldita que también estoy borrando con el codo todo lo que escribió mi mano,
así que lee pronto esta envenenada carta de mortal despedida antes que te ciegues
tú misma los ojos porque tú sí que no podrás borrarme. Vale.
miércoles, 30 de mayo de 2012
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Asusta.Asusta mucho.Llena el tiempo de sombras moribundas.....Me asusta!
ResponderEliminarY te aviso maldita que también estoy borrando con el codo todo lo que escribió mi mano, así que lee pronto esta envenenada carta de mortal despedida antes que te ciegues tú misma los ojos porque tú sí que no podrás borrarme. Vale.
ResponderEliminarEste final es incribble,sobre todo porque no se espera.
Hermoso!! con toda esa fronca, amor/odio que dejas que fluya sin reprimir los sentimientos y el final... Genial!! máster. Con mi admiración y cariño de... "Siempre"
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