Se inicia el día
nuevo y entro en el enredado en tus hilos, empapado de tus tinturas y anilinas,
envuelto en tus urdimbres como si fuera a vivir en tu telar las doce lentas
horas de los caracoles. El día despertó con un sol tímido jugando a las
escondidas con nubarrones pintaditos de todos los grises posibles. Se elevó Ra
por sobre los montes nevados que cercenan en distancias y alturas la
continuidad física entre la hilandera en su telar de asombrosas mandalas y el
caracol que escribe sus jeroglíficos con la paciencia de quien posee la
equivocada certeza de la inmortalidad. La búsqueda fue abarcando los lugares
conocidos, enhebrando la mañana fresca, la tarde ya nublada, y no encontré
vestigios de telarañas ni de cordajes de naves encalladas. Ese sol tibio pero
brillante postuló inicial una breve opción de pequeña primavera, sin afanes ni
persecuciones el día se me ha ido lento, como de modorra, con una inercia de
tren sin ventanas, ciego o de túnel cruzando cordilleras. Una inquietante estatua
de Anubis en negra obsidiana seguía tus rastros oliendo un perfume de inciensos
sin encontrarte en medio de la tarde del sol tibio y brillante. Ahora ya el día
ha sido sin caracoles ni hilos dorados, más terrestre y burdo que nunca,
entonces debo ir a la noche a buscar tus ojos esmeraldas a tientas en oscuridad
y secreto, sin saber si los encontraré o si ya están cristalizados en la
memoria, inertes, ausentes, hendiendo el ocaso de nostalgia con la pequeña
tragedia de su desengaño. Asumo que sabes que se cerraron como los pétalos de
una flor vencida las lentas doce hora de los caracoles, y han vuelto a los
humedales de sus madrigueras subterráneas un poco mas sabios, un poco menos
vivos, dejando escritas sus desesperaciones en el ceremonial de sus senderos de
plata. Y pensar que hubo cierto día con sus noches en que la obsidiana de tus
ojos sajaba dulcemente la piel del anfibio enclaustrado con el terror de su
virginal pureza volcánica mientras una variedad verde del berilo confundía a la
victima ya embrujada. Lo sé por propia desesperación y desamparo. De aromas a
xocolatl, de espirales multicolores y de un raro barroco exquisito se va
hundiendo la tarde de un día que se inició en mi extraña codificación y termina
en tu boca con el sabor achocolatado arrinconando la noche entre sabores
desperdigados por los recuerdos y las bruscas ansiedades de la perdida.
viernes, 29 de junio de 2012
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Vale???????
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