Y ahí en medio
del bosque en medio de la tarde soleada en medio del invierno en sequía vino tu
voz a buscar el lobo solitario que vagaba husmeando el perfume perdido de los
frutos del árbol prohibido que crecía en medio del alcanzado paraíso. Y en
medio de los ramajes del naranjo y la garras hirientes de la zarzamora encontré
la puerta a los susurros de las delicias del pecado original, la puerta, fisura
o grieta por donde alcancé a tocar la piel enternecida y trémula que también
vagaba buscando el silencio repartido entre las palomas y los cauces de los
grandes ríos cercados de verdes gramas y altas selvas de orquídeas y de
algarabías de pájaros. La tarde fue culminando antes de los arreboles en un
rito sagrado, en la ceremonia secreta que la distancia no aplacó con sus muros
ya resquebrajados, y en la quietud silenciosa dos enamorados se supieron
enredados en sus desesperos hasta la culminación del destello compartido. Y en
sus propias manos estuvo el fulgor y la caricia, el beso atrapado en los labios
sedientos, en el roce delicado y su íntima consistencia, y en el último
instante esplendoroso de esa comunión que vence la muerte. Y hubo después en la
mañana siguiente la revelación de dos breves diamantes en el borde húmedo y
oloroso de la voluptuosa vertiente sobre el oscuro musgo cautivo, y una paloma
asomada con su erguida tibieza inhiesta y dos palomas en el orgullo suave y
carnal de su vuelo. Mientras allá en medio del bosque el sol iluminaba el sitio
exacto donde la férvida vertiente, el musgo oscuro y las tibias palomas fueron
imaginados con la ferviente adoración de un vasallo rendido a su soberbia y
hermosa soberana. Y en el hoy de la mañana y en el allí de la tarde de la
víspera entre el revoloteo de palomas un lobo ermitaño sigue rastreando las
huellas del dulce galope de la fina potranca en la mullida grama, con el hambre
viva, otra vez, en su delirio de acechador inconsumado, de cazador vencido, de
bestia domada por el arrullo encendido de evanescentes palomas. Y en el ahora
aun persisten la voces instaurando un romántico dominio sobre el perfume del
florecido árbol prohibido del alcanzado paraíso, sobre el bosque de la tarde
soleada del invierno sin lluvias, sobre el naranjo y la zarzamora, en los
goznes de la puerta a los susurros del pecado original, y también en la piel
enternecida por el álgido ceremonial consumado. Vale.
domingo, 29 de julio de 2012
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Que hermoso es este texto!!sensible, hasta romántico. Me ncantó!
ResponderEliminar(Y en el ahora aun persisten la voces instaurando un romántico dominio sobre el perfume del florecido árbol prohibido del alcanzado paraíso)
(, y en el último instante esplendoroso de esa comunión que vence la muerte.)
Estos tramos son enormes en el sentir. Felicitaciones poeta!
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar"....y en la quietud silenciosa dos enamorados se supieron enredados en sus desesperos hasta la culminación del destello compartido...." bella y corta expresion,delatando ese sentimiento indescriptible y misterioso.
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