Qué de
mitologías perdidas en los palimpsestos del tiempo, de mi tiempo, de mis años,
cuantas arqueologías enterradas en las arenas ardientes de la memoria como
fragmentos irreconocibles pero aun latentes de las voces que se me venían de
bruces en los atardeceres de ese pasado casi mítico y que en su momento fue
urgido laberinto y ahora es una mera estepa donde aúllan a lo lejos, muy
lejanos, lo lobos sangrientos de los recuerdos. Y todo porque amaneció con una
llovizna suave, esas garúas que me llevan a mi infancia, a esos años felices, y
también como siempre toda lluvia me trae tu presencia, esa tristeza que vaga
por tus ojos de niña ausente y solitaria. Y te veo también como siempre hermosa
y sensual, te miro y remiro tantas veces como vicio, con detención, con
detalle, con hambre de macho viejo, y por Dios niña mía que te ves deseable, no
puedo evitar decírtelo así como en silencio, como para que no me escuches y no te
asustes, con cariño, con respeto sospechoso, con los deseos vivos de acariciar
tu cuerpo siguiendo con mi tacto cada una de esas dunas turgentes y cada uno de
esos valles tibios, cuencas y colinas cuyas íntimas geografías recorrería con
mis labios para trazar el mapa de mis propios deseos y de mis más perversas
fantasías, solo iría así besando y lamiendo y tocando y acariciando esa
sensualidad penetrante que es el sueño de un habitante extraviado en La Casa de
las Bellas Durmientes. Pero debo cuidarme de ti niña reina solitaria, de tu
tristeza continua y resistente a la risa, a las flores, a la desatada
primavera, de tu cuerpo incesante que me atrapa, me cautiva, me incita y me instiga
con su ingenuidad sensual explicita como la luna llena y su sexualidad implícita
como el pecado original en el contraste majestuoso entre el negro que cubre y
se adhiere a tu cuerpo revelando sus misterios de hembra deseada, y la delicada
palidez de tu piel incorruptible. Porque eres linda niña, más aun cuando te
iluminan los deseos de los machos de tu entorno, y vuelves a ser virginal y
voluptuosa, única entre todas, la Dama de los Dulces Ojos Tristes, sueño de
lobos en celo y de viejos poetas solitarios. En ti podría volver a vivir, a
fluir, volver a ser parte del todo mientras te halago con mis tiernos cariños y
mis turbulentos deseos, no obstante mis arcaicas mitologías enterradas en las
arenas del tiempo, de mi tiempo.
lunes, 1 de octubre de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es para leerlo y releerlo......cada palabra ,cada coma,cada vocal que suenan a musica barroca del medioevo....
ResponderEliminarMaria Del Carmen