Delicadamente,
rozaría con cada una de las diez sensibles yemas de mis dedos la pálida piel
entera de tus muslos para aprehenderlos en toda su intensa sensualidad, para
conocer al fin antes de morir la suave textura del paraíso, para saber el sabor
misterioso e inalcanzable de esa tierna tibieza antes de que se evapore por los
poros como un vaho de carnal dulzura. Con delicadeza de antiguo orfebre dejaría
que mis manos se posaran sobre el alabastro incandescente de tus muslos
desnudos como las hojas otoñales caen sobre las quietas aguas del estanque de
los tímidos peces evasivos, para absorber en ese leve y placido contacto la
sexualidad concentrada en su virginal pureza, para hundirme en los turbios
sueños de una noche imposible. Con paciente sutileza iría deslizando como un
fino pincel mis labios embebidos en la sed de ti por la seda perlada de tus
muslos para dibujar sobre su exquisita tersura los signos y símbolos de las
ansias contenidas, para vivir los delirios del lobo que huele y ve la presa de
su hambre instintiva, pero que no alcanza a atrapar esa carne trémula tan cerca
y tan lejos a la vez. Sigilosamente, lamería el mármol incitante de tus muslos
para fijar en la memoria el sabor del fruto prohibido y luego sumergirme feliz
en la eternidad de los fuegos del infierno, para saborear el dulce pecado de
los que no persiguen el cielo y se contentan con la breve felicidad de simplemente
haber vivido, para comprobar la certeza poética de que sabes a sal y azafrán en
la vigilia, y a canela y vainilla cuando duermes. Trazaría con la punta de mi
nariz la ruta de los besos que te iría dando poro a poro en la voluptuosa
lisura de tus muslos de mi tormento para conjugar el éxtasis y la codicia, la
pulsión y el encanto de tantos los insomnios acumulados, para oler el intimo
perfume que se vierte en el vórtice anhelado y se propaga en sus cercanías como
condenación o desvarío. Con perversas intenciones ascendería tierno y erótico
siguiendo ese aroma atrapante por las tibias columnas de tus muslos para
encontrar al fin la sellada puerta del templo donde los sueños se cumplen y las
fantasías florecen en húmeda primavera, para socavar tu timidez de virtuosa
vestal silenciosa y rendirte a la evidencia de un goce que permanecía
inconsumado y que ahora por mis artes de soñador incontenible encontrará su impía
vertiente. Y con esos juegos entre de acoso, seducción y consumación, quizá
alcanzaría a echar a volar de tu rostro como mariposas que juegan alborozadas en
la brisa esa antigua tristeza de tus ojos siempre tristes. Vale.
viernes, 23 de noviembre de 2012
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El fino pincel de los labios, tan cerca y tan lejos a la vez, dulce muy dulce este texto.
ResponderEliminarquerido amigo esto ya lo lei en La Virgen...gracias por repetirlo.....gracias por esa cercania.....................
ResponderEliminarintensivamente sensual..y disimuladamente atrevido,,, como siempre es en tus escritos de una poerfeccion increible. Maestro!!!!
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