Será un día de
semana, entre martes y jueves, cuando todo tiende a la rutina y todos son solo
caminantes apurados y pasajeros sin rostros entre el tráfico del demonio y las
calles atestadas. Me iré calladito como el penúltimo linyera por el loco camino
a esa tierna locura; hacia el primer valle transversal cruzando un río y
bordeando otro, atravesando las montañas de las altas nieves eternas, la
divisoria de las aguas de los deshielos, después la suave y monótona pendiente
oriental hasta la ribera del grande río de los camalotes donde sé que no me
espera tu boca mía. Nada de avisos, entraré un día en tu día como un ciudadano cualquiera
por ahí por Avenida Francia a preguntarte por Suipacha y a ti se te paralizará
el corazoncito al reconocerme, actuaré como si no nos conociéramos,
conversaremos un buen rato de trivialidades de turista y paisana mirándonos a
los ojos, yo estaré muy nervioso y formal, tímido como soy no me atreveré ni a
tocarte las manos. Imaginá, vernos sin tocarnos las manos después de tanta
soledad contenida, no podrás negar que será el más bello acto poético que has
vivido y vivirás aunque sea una locura dentro de la locura, pero que importa si
seremos inmortales hasta volver vernos a los ojos y eventualmente sí en la próxima
me atrevo, a tocarnos las manos. Ahora bien, aquí viene la pena, vos sabés como
he sido contigo, te he tratado como una joyita inencontrable, me he humillado
ante esa maldita gata que a veces aflora en tu alma celosa, te he soñado con obsesión
y vehemencia, te he ido seduciendo y reseduciendo por mucho tiempo y muchas
veces, he pecado por ti de palabra obra y pensamiento, que te he llevado de la
mano por tortuosos y voluptuosos senderos que ni imaginabas que existían, te he
hecho pecar de palabra, de imagen y quizas de obra, he aprendido tu lunfardo
solo para alcanzar a tocar la fibra mas primitiva de ti, te he sobornado,
embaucado, hechizado, seducido, engañado, nunca ilusionado, porque necesito
saberte mía sin importar la distancia y la imposibilidad, has sido mi musa
inevitable y mi inspiración recurrente alojándote en todos mis verbos como las
madreselvas en los oscuros zaguanes donde se besan furtivos los amantes, he
recorrido aquellas callecitas ciego y extraviado, viste, he navegado entre las
islas y los camalotes de ese tu grande río buscándote en las noches con o sin luna,
pero pebeta linda, chantá, que vos no sabes cuanto me hieres y dueles, creo que
es suficiente por esta vida, aquí me bajo, ya me doy por muerto para este
sueño, che madam vos sabés, así que después de ese loco verte me iré otra vez
por ahí a buscar para siempre como antes tu silueta perfilada en las figuras
que se forman en los muros empapados por todas las lluvias que me restan. Vale.
jueves, 1 de noviembre de 2012
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Desolada misiva llena de sueños ahogados en los océanos...desolada misiva llena de la coqueteria del que nunca se irá....desolada misiva con miedo a soledad....desolada misiva de quien se sabe muy amado...desolada,radiante misiva llena de amor correspondido.Una belleza de escrito.
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