Baila bella y perfumada en su castillo de
altos vidrios empañados, danza envuelta en las sedas doradas y los tules violeta
de sus insomnios con una tenue música barroca de chelos y clavicordios, baila y
sueña en un imaginario salón de caobas y cristales, de bronces antiguos y oleos
de damas soberanas. Baila y sueña con un príncipe desencantado como sota de espadas,
hombre de tierra y palabras, labrador o jardinero, hombre de muchas primaveras
viviendo su otoño en espera del venidero invierno. Guitarrero de burdeles,
señor de yermas comarcas, lejano e intocable para que solo ella presienta el
guerrero vencido que la busca en sus solitarias madrugadas. No es su boca lo
que la excita y provoca sino sus ojos que la miran con dulzuras y nostalgias
que ella estremecida no admite escondida como una rosa confundida en el nácar
de su concha. Baila invisible reflejada en los espejos como una condesa oculta
entre jarrones de alabastro y celofanes de colores. Revolotea incesante en su
delicado ballet de transparente libélula, ronda mariposa en su baile de etérea
soledad la llama del encanto, cada vez mas cerca pero sin llegar nunca a
quemarse, aunque arden en su alma crepitantes fuegos que su piel no reconoce. Danza
iluminada por la luz de altos ventanales que dan a un pasado feliz y consumado
en la vigencia eterna del amor. Se sueña bella y perfumada entre los brazos de
su amado, pero la sombra que la sigue baila sola en el silencio de la primera
noche de primavera. Mientras danza esa íntima coreografía sin querer se va
dejando fluir por la naturaleza pura de los sentidos que le induce el roce
sutil del otro cuerpo imaginado. Las anilinas de sus ojos exploran en las
penumbras de los rincones otros ojos que la observan en su ritual de arcaica
monarquía, de aquel reino perdido donde lentos galeones traían el sándalo y las
perlas que un secreto y victorioso navegante obtenía para ella en las lejanas
islas de los endriagos y vestiglos. El vals la trae adormecida por las
sinuosidades del tiempo, se sueña danzando mientras baila soñando, se desliza
como una hoja otoñal llevada por la brisa de las horas, gira sola en medio de
un remolino de doradas sedas y tules violeta, sueña sola que su príncipe de
copas toma su mano y su cintura y ambos giran transportados por un vals que
solo ellos escuchan por un infinito salón de altos vidrios empañados.
lunes, 23 de septiembre de 2013
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Extraño relato.Transparente,casi invisible y silencioso.El sueño de muchas virgenes solitarias encerradas en la torre. desde millones de años.La música se escucha.La seda del vestido se puede acariciar.Hermoso texto.
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