A veces te sueño desdibujada y sin rostro
para no importunar a alguien o deshacer tus remilgos de esfinge lapidaria, te
veo en matices de verdes tenues y azules muy pálidos, siempre estás sentada
fumando o leyendo, escondida en un rincón donde no te vean los ojos
inquisidores de tu alguien celoso de lo que piensas o sueñas. Allá él, yo acá te
sueño a propósito para besarte furtivo detrás de las orejas, acariciar tus
piernas disfrazado de gatito ronroneador, mirar con desparpajo de macho invisible
tu impúdico escote o tocar tu pelo desde un lejos cauteloso. Otras veces, para
que no te asustes, no te sueño directamente sino reflejada en un espejo o en
una copa de vino que hay sobre una mesa de mantel del mismo color burdeos,
nunca en porcelanas o bronces porque sé que ahí no te dejas reflejar para que
no se te aquieten los deseos. Te sueño semioculta entre velos o burbujas, yo
detrás de un cristal o una ventana que da a la calle, vislumbro la palidez de
tus muslos porque la falda la dejas al descuido sabiéndome sintiéndome que
desde algún lugar imposible yo te observo como soñándote emboscado. Rara vez te
hablo porque sé que no me oyes, ensimismada como estás en tus pequeñas rutinas
de escarmiento, ordenando la casa o pintando tus labios con ese mismo burdeos
del mantel y la copa. A veces te sueño disgregada, sin nombre ni fecha de
nacimiento, anónima pero no misteriosa, para que no te me disuelvas en las
soberbias de la bienamada. Suceden ciertos insomnios en que hay algo que me
hace verte translucida y dividida en claros fragmentos de ti, quizá como
castigo o suplicio, entonces solo me queda ir uniendo esas fracciones para
contemplarte como quiero, entera y mía, y se me va la noche en ese juego de
rearmar tu cuerpo de acuerdo con la poca memoria que poseo de ti. Alguna vez me
equivoqué de puerta, era un sueño con poca luz, y entré en el sueño de una dama
muerta que andaba buscando sus joyas para presentarse elegante y sofisticada en
la puerta del infierno, conversé largo rato con ella sin saber que no eras tú,
hasta que me miró con sus ojos tenues, sin vida, y le miré las manos. A veces
te sueño de una densidad intangible, etérea o desvaída, entre azulina y
verdosa, apenas delineada por trazos grises u ocres, y temo palparte porque, en
el sueño, sé que te romperás en pedazos como papel quemado y te perderé para
siempre de mis tenebrosas vigilias.
domingo, 8 de septiembre de 2013
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Relato perfecto sobre esas fantasias que causan muchos sentimientos,en este caso el amor. Se teme que todo se borre , se diluya. Hasta ocurre el sentirse como una estatua de piedra y no poder correr para alcanzar al ser de los desvelos.....
ResponderEliminarEste texto está redondito, claro, hasta sublime, me encantó, se lee lento y sin sofoco, lindo, lindo profe.
ResponderEliminarexcelente estructura estética, abrazos desde Chile, Ro
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