“La vida siempre
se está viviendo en tres dimensiones; en la memoria, en la realidad y en la
imaginación”.
Summa Atica,
CLXIII. Varelio.
Esa tarde inventamos el río, fue como un
avenimiento centrado en la necesidad, la sed nos tenía hinchadas las lenguas y
ya los cóndores nos sobrevolaban presintiendo que pronto íbamos a ser cadáveres
de carnes resecas dispuestos sin tajar en su mesa soberana. Sobre otra mesa vimos
aquellos objetos que la memoria se niega a perder, con sus registros entintados
por las siemprevivas de los mejores recuerdos. El pomo de cierta puerta en
cierta casa en cierta calle que ya no existe, una moneda antigua con los
números del año carcomidos por el óxido, el vaso azul que nadie usaba porque
todo lo que se bebiera en el tomaba el sabor a limón del toronjil (i) y olía a persistente
benjuí que después contaminaba los sueños, una llave que nunca tuvo cerradura
que la justificara o explicara su constante aparición en los sitios más
inverosímiles de la casa, las tenazas con que se removían las brasa del brasero
mientras allá afuera la noche y la lluvia asolaban las horas con su monótono
murmullo. El tarro de hojalata de la madre con botones de todos colores y
tamaños con que jugábamos niños en los días lluviosos en que no se podía salir
a jugar al patio con pozas o al jardín enlluviado. La colección de estampillas
del padre ordenadas por país en sobres blancos distintos a todos los sobres
vistos hasta ahora con su letra inolvidable en tinta china negra. Una misteriosa
y aherrumbrada medalla de cobre conmemorativa de las batallas de Placilla y Concón,
de la Guerra Civil de mil ochocientos noventa y uno, que se encontró
semienterrada en el patio al lado del ciruelo y que después desapareció como si
hubiera vuelto a su eterno extravío. El color preciso e irrecuperable de las
dalias del jardín materno que no era el magenta si no más bien un púrpura
lejano de olvido insoportable. Un conejito de hule, de chaqué, con sombrero de
copa y un ramo de flores con el que jugaban las hermanas y que se perdió como
todas las cosas que pierden vigencia con el tiempo y que cuarenta años después se
volvió a ver tirado en el barro del aluvión que asoló el norte minero por la
lluvia de las últimas horas del día diecisiete de Junio de mil novecientos
noventa y uno, y primeras horas del siguiente. Como hace la flor cuando se
engaña y asume la víspera en pleno plenilunio, así se reviven esas cosas, y lo
sabíamos muy bien cuando inventamos asustados el río para que no nos comieran como
tasajo los cóndores.
(i) Toronjil,
melisa, citronela u hoja de limón (Melissa officinalis), Es una planta de poder
que induce un sentimiento de realidad en los sueños, con lo que estos se
vuelven más intensos, más vívidos y más surrealistas. Todas esas
características pueden llevar a desarrollar un sueño lúcido y tomar conciencia
de que estás soñando mientras se sueña y así tomar tus propias decisiones
dentro de él. No se desarrollan sueños lúcidos cada vez que se ingiere la
infusión antes de dormir, pero es más probable que ocurra.
Wikipedia.
cada objeto que hemos usado toda la vida iene grandes historias para relatar.Hasta ropa muy usada pero que no no queremos separar de ella.Es el ser humano realmente un animal de costumbres?
ResponderEliminarperdon olvide mi nombre Hilda Breer
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