Tememos seguir buscándonos por otros
laberintos más allá de los meandros de este ahora donde nos encontramos cegados
perdidos extraviados, como si esta circunstancia fatal fuera el limite frontera
deslinde de lo racional o lo posible, confundiendo con certeza la falacia que a
partir de este aquí entraremos en lo prohibido, en la locura salvaje de dos
almas que se necesitan hasta lo sublime sin entender (ni necesitar entender) el
porqué de esa necesidad ni asumir las imposibilidades, la distancia y la mísera
realidad que cada uno vive en su propio mundo ancho y ajeno. Tememos cruzar el
muro que nos hemos construido y detrás del cual intuimos sabemos creemos existe
aquel soñado paraíso inalcanzable. Tememos dar un paso que nos despoje de los
sayos en una brutal reciprocidad, aun sabiendo sintiendo viviendo este extraño
amor que nos embriaga con su cotidiana vendimia, con sus ansias de entregarnos
y los deseos de poseernos, con el miedo a volvernos vulnerables, a ser al fin
lo que realmente somos y decirnos lo que verdaderamente sentimos, y que nunca
nos atrevimos a mostrarle a nadie porque nunca antes habíamos encontrado a
nadie capaz de aceptarnos como somos, ese miedo. Miedo a la pasión desbordada,
a la caída de las autocensuras, miedo a ser libres e ilimitados. Miedo a las
pulsiones, las fantasías, los instintos en blanco y negro, la comezón en el
hueso sacro, la sensación de otra piel en la yema de los dedos, los labios
adormecidos por los mordiscos, las palpitaciones en el pubis que se cimbran en
el borde del dolor, el restriego de los cuerpos ciegos en sus lúbricas luces
secretas, las frotaciones de las piernas en la trabazón de la búsqueda del
acople final. Pero no debes temer a nuestros miedos, pues besaré primero tu Incisura
jugularis con besitos breves como de cariño hundiéndome en tu perfume y en la
tibia suavidad de ese pozo de dulzura. Deslizare luego mis labios en fuego por
el borde convexo de tu clavícula de ida y de vuelta: hacia el lado de tu
corazón y después a tu diestra. Después, en un delicado viaje de besos navegaré
como dormido a lo largo de tus Incisuras claviculares en la diestra primero y
después en la siniestra y entonces, ebrio de tu piel clavicular y con furia de
naufrago me dedicaré a tu boca. Solo después iré a por saciar mi sed en la sed
de tu cuerpo, a desbrozar insistente e incesante la confusión la noche,
mientras tu duermes cansada de los festejos de ese antiguo carnaval del adviento
ya sin temer a nuestros miedos.
Notas anatómicas.-
Incisura
jugularis: Es la pequeña cavidad o "pocito" que se forma debajo del
cuello.
Incisura
clavicularis: son los surcos que se encuentran a cada lado de Incisura
jugularis.
hermosa leccion de anatomia.....asi aprenderiamos mucho mas en los liceos...
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