(Milongueando)
Sabés que a vos me gusta canyenguearte, lo
sabes pebeta linda, atajarte en los cortes macho tuyo/hembra mía, hundirme en
tu perfume de lejanía hasta el morirme, rozar entre tus piernas con las mías,
indiferentes y sexuales, tocar como no queriendo tu piel nítida por el tajo de
la falda para palpar el paraíso, beberte los besos sin azúcar paladeando la
hiel de tu saliva, dolerme de esa pimienta tuya que me hace lagrimear cuando me
corroes los ojos mirándome con tus ojitos de novia mirando el río nostálgica buscándome
en los camalotes que pasan derivando, abrevar en tu sudor la salinidad
escondida de tu cuerpo, lo sabés, lo sentís ahorita mismo que me leés apuradita
pa'que no te pillen vagando por la luna, que escuchás esas milongas con los
ojitos cerrados para sentir que me sentís en beso vivo, en el calorcito que te
sube por tus piernotas hasta donde no debiera, en mi pecho que se aprieta
contra tus senos con la misma intensidad que has imaginado en tus insomnios tangueros,
en mi mano insistente e impúdica que tiende a bajar con sensual desparpajo de la
concavidad de tu cintura hacía la tibia convexidad de tus nalgas. Sabés que a
vos me gusta orillarte entre caña y tabaco, emborracharte por lo bajo, en
susurros y arqueadita, quemarme la oreja en tu aliento de menta y coñac, arder
de puro enconchado con tu mejilla en la mía y morfarte de a poquitos el lóbulo
hasta el aro, oír tu respiración agitada cuando te atravesás vencida en la finura
de un corte. Sabés que a vos me gusta tanguearte como un lirio tanguero en un vaivén
o un boleo, aferrarte con caricia furtiva en la quebrada y llevarte casi
abusada en los firuletes, adormecerte en un remolino de ochos y despertarte en
un largo lento gancho con respuesta, lo sabés papusa coqueta, por eso alardeás
espantándome el minaje para que solo me queden tus ojos con su miel sin
dulzura, su pimienta quemante y su fría sal cristalizada. Delicias del fervor
de tu mano en mi mano, de tus dedos jugando a contar en mi espalda, de tus
piernas vanidosas horquillando mi rodilla en voluptuosos entreveros, delicias
de tu cuerpo entero cuando el tango se nos viene lento. Vení a bailarnos pebeta
linda que la vida se acaba en un dos por cuatro. Vení a confirmar que seguís
siendo dueña de mis lances de chanta tanguería. Eso.
Que argentino que estas....todo me suena a Gardel con esa hermosa voz que tenia.....y un mate para descansar.Maestro!
ResponderEliminar