martes, 18 de junio de 2013

BUSQUEDA CONSTANTE DE TI


Te estoy buscando sin encontrarte estés donde estés, en los pedregosos y desolados desiertos del sin ti, en las junglas que rodean las ciénagas de tu ausencia, en las zarzas ardientes de las últimas revelaciones, en las verdes gramas de tus antiguas primaveras, en el cristal de la ventana donde amanecía tu sonrisa, en los mensajes encriptados que quebraban tus silencios, en las rutinas donde podía vivir las mismas horas de tus días, en los espejos por los que cruzabas sintiendo que mis miradas te perseguían en los ojos del azogue, en esta soledad de ti que se enreda en los atardeceres del otoño y no deja que el nocturno cabalgue por tus siniestras oscuridades. Te estoy buscando en los portulanos de mis olvidados descubrimientos, en las mareas que traen los cangrejos de las amarguras de no ver tus labios decretando las tenues armonías de los rosales que se resisten en sus rosas desvanecidas, en los amarillos enloquecidos de los girasoles que cultivo para no olvidarme de tu piel envuelta en esas tibiezas, en el extraño azul de las crisocolas de mis geologías vencidas y de las achicorias de la infancia de potreros y el tranque de los valeros. Te estoy buscando en el frío que cala los huesos y en el calor de los cuarzos y las micas de los granitos caolinizados por las aguas de las lluvias milenarias, en el rescoldo del brasero y también en sus cenizas, en sus brasas encendidas desde los años felices en que aun llovía en el jardín de mi madre, en los misterios de la metamorfosis de las mariposas y en la cauta persecución de las arañas, en la cadencia musical del primer movimiento del primer Concierto Brandenburgués de Johann Sebastián Bach, en la bruma de la camanchaca que atravesaba por la mañana allá en un norte donde todavía no existías pero ya te adivinaba caminando solitaria por la orilla de tu río de camalotes. Te estoy buscando cabizbajo para que no se note mi temor de no encontrarte y parezca que busco las huellas de los escarabajos o los senderos de las hormigas, y con los ojos bien cerrados porque te reconoceré sin verte de tanto buscarte. Te estoy buscando y esperando sabiendo que tú lo intuyes, lo sientes y lo sabes, y te seguiré buscando y esperando siempre como siempre por siempre porque sé que en ese siempre tu también me estarás buscando. Vale.


Imagen: Fotografía del autor, Mayo 2013.

jueves, 13 de junio de 2013

ONIRICA


Te me pierdes en el silencio de las garzas o de los granitos erodados, te me desapareces en las fisuras del día que no deja de suceder como si nada, no urges el atardecer en sus rojos pálidos, en sus amarillos suspendidos en los cirrus tristes, en las piedras negras de los pájaros que huyen hacía la noche. Te me pierdes como si suspendieras tu existencia solo para que yo te busque en el vuelo asustado de las garzas, bajo los cantos rodados, en la primera esquina de la noche. Andarás por el atardecer ya vencido, un poco lenta, un poco sola, mirarás como si no te importara los rincones donde siempre me escondo y te acecho, buscándome, revisarás los cajones donde guardas tus cigarrillos o bajo el último libro que leíste para ver si anduve hurgando entre tus cosas rutinarias, tirarás al piso algún objeto para que al recogerlo puedas ver si hay alguna huella de pisada que no reconoces, escucharás con atención si está lloviendo acá en esta lejanía para saber si te estoy pensando, deslizaras tu dedo sobre el vidrio del ventanal anochecido y sentirás que aun rondo por tu casa, solo entonces sonreirás. Moriré de insomnio si no me sueñas, si no me enredas en la urdimbre de tus noches dormida, vagaré deshecho en pequeñas piedras rodando por los abismos de tu almohada, muerto de desoñación, de fiebres litúrgicas, de delirios oníricos, me equivocaré de sueño si no me sueñas, sin saber quien me sueña, no donde ni como, naufragaré entre otras sabanas sin el faro de tu lecho allí en la bruma y la tempestad de un mar nocturno en vigilia, o arrastrado contra los roqueríos del desvelo, me hundiré silencioso entre los sargazos de una somnolencia donde tú no me sueñas. Me quebraré en esos saltos de tus sueños y quedaré fragmentado, repartido en los trozos filosos del espejo roto, un poco en la seda lila y otro poco en las espigas, de tu sueño, porque cuando te me vas así a contrapelo del deslumbre la noche se me dobla, se me aja, se me reduce como un grano de uva que se va resecando y asumiendo sus dulzores otoñales, vertiendo en si mismo sus azucares soleados. Me pregunto si te pasará lo mismo cuando dejas de pensarme y te vas a soñar escondida en los cañaverales del río o a dibujar corazones en las arenas de sus orillas. Eso.