viernes, 30 de agosto de 2013

SICOIDAL


“En general se asume que un poema sigue una línea de pensamiento, habla de algo (un referente). Pero es una hipótesis demostrable que un poema desarrolla, o puede desarrollar, varias isotopías semánticas paralelas, varias historias a un tiempo”. Roberto Echavarren.

La soledad como una jauría de perros feroces, incendiados por los fuegos escondidos en las cenizas, aterrados ante la inminencia del voraz desasosiego, surgiendo furiosos desde la fétida oquedad del escarmiento. Las magnolias dormidas en sus macetas de greda, abriendo sus tenues flores de alabastros rosados incipientes. La soledad como una manada de lobos aullando en las sombras de la noche lunar, hechizados y dolientes bajo el escarbado plenilunio, agobiados por la gravitación de tumultuosos desconsuelos. Las azucenas de la Virgen muy blancas acechando la misma luna de los lobos, la del ciruelo y su albo velamen que navegaba inmóvil en el oscuro azul de la noche. La soledad como un cardumen de plateados y fríos peces filosos en vertiginosa huida hacía los hondos abismos de los misteriosos celacantos. Los nardos perdidos en las noches perfumadas de diciembre cruzadas por el vuelo de la lechuza silenciosa y fantasmal allá en la puerta inolvidable de la casa. La soledad como negros jinetes al galope, irrumpiendo en la tarde sosegada y melancólica que se adormece en su almacigo de nostalgias. Las dalias estrelladas a lo alto en sus púrpuras o azules violeta, hundidas abajo en sus raíces tuberosas, detentando todas las ternuras maternas desde un jardín ya imposible. La soledad como el abandono del extraviado en los laberintos insoportables de su propio desierto de feroces arenas impávidas. Los agapantos consumiéndose de pena en sus estambres, en su azul intenso, en su follaje carcomido por los secretos caracoles del diluvio. La soledad como un triste revuelo de campanas antiguas y lejanas, de bronces cansados, lentos y monótonos que yacen allá en abandonados monasterios. La rosa de las rosas, roja, retraída en ese rincón de la verja, trepadora y nocturna en sus ácidas fragancias, acumulando las frescuras iniciales de la primavera aconteciendo. La soledad como ese río estancado de aguas bajas que refleja los árboles de sus orillas fragmentados, quebrados por una aciaga ventolera invisible. Las acuarelas de las zinnias desatando sus colores por el estío, enamorando altivas mariposas, sujetas a la libación de iridiscentes avispas y afanadas abejas. La soledad cristalizada en los códigos que poseen las transcripciones de todos los diálogos, todas las urgencias, de todas las palabras que perdieron sus ecos anochecidos en las escarchas madrugadoras. La rústica trama de la madreselva, su aroma dulce que atraviesa los años y los mitos, los olvidos y la última soledad donde me moría de ti enredado en todas las raíces. Vale. 

domingo, 25 de agosto de 2013

VIGILIAS DE MENDIGO


Había escarcha en el verde pasto verde, el frío calaba los huesos, el mundo era una congelación invisible, las calles eran anchas y ajenas, sucias, florecidas de pequeños papeles de envoltorios y colillas pisadas, los perros husmean la noche buscando los vestigios comestibles que dejó el tumultuoso enjambre del día. De mañana mira las gentes como si los reconociera, con sus trajes recién planchados, sus camisas blancas y sus corbatas de colores exagerados, ellas van muy serias en su trajes de dos piezas, pañuelito colorinche al cuello y recién peinadas, burócratas, empleados, ladrones o meretrices, señoras de bien ver, caballeros formales, todos caminan apurados a ganarse un lugar en la fila de los condenados, con el nudo de la soga ya puesto a la espera de la horca. Por la tarde los ve de regreso cabizbajos tascando la rabia, la humillación o el nuevo fracaso, sacando de memoria las cuentas, soñando multiplicar los peces y los panes. Va indolente, aterido o sudoroso pero inofensivo, lejano y ausente, como una fantasma urbano, transparente, tratando de pasar inadvertido entre oficinistas serviles y secretarias seductoras, evitando los fastuosos funcionarios de tercera categoría, los gerentes impotentes, a las dueñas de casa que van por las calles asombradas de las vitrinas y a los jubiletas que caminan como extraviados sin encontrar nunca la esquina que buscan. Soslaya a como de lugar los encuentros cara a cara con las manadas de jóvenes en plena soberbia y los ramilletes de las jóvenes orgullosas de sus bellezas iniciales. Esa juventud desatada, exultante, le recuerda otros años suyos que prefiere mantener enterrados para siempre. Vaga buscando un alero para la maldita lluvia o el maldito sol según sea la estación, solo el otoño y la primavera le son propicios a la hora de vivir. Vuelve la noche congelada y el día sin recuerdos es un paréntesis inútil, una boga contracorriente por un río de aguas bajas. Se acurruca en un rincón, sobre una escala o un fétido pasaje, duerme un rato hasta que el gélido le toca el hombro y lo despierta. Se levanta a pesar de sus huesos cansados, desperdigados, y parte a recorrer sus territorios de cosecha a la espera de los primeros receptáculos de desperdicios. Perros vagos merodean en la ciudad que duerme. La madrugada es un vaho frío que humedece el asfalto y difumina las luces. Una silueta camina titubeante entre los perros y las bolsas enlutadas de la basura. Ha de ser un ebrio, un suicida o un poeta, porque los perros no ladran.

sábado, 24 de agosto de 2013

SOBRE VUELOS


Yo viví en altos vuelos postergado como un albatros extraviado en un océano sin islotes, y vi los buques atracados a los muelles nocturnos meciéndose con las olas que traía la noche con su luna reflejada en un cardumen de sardinas que relampagueaban arrastradas por la marea mientras cruzaba el horizonte marino un velero de tres palos con el velamen henchido y un timonel fantasma. Y yo volaba alto por sobre las espumas sin dejar sombra ni estela, sobre los oleajes que sajaban las quillas para robarles las cicatrices fosforescentes de las noctilucas, sobre las medusas que subían desde los tenebrosos territorios abisales como hermosos espantos transparentes, sobre los cangrejos de negra porcelana que observaban desde el fondo de arenas sumergidas allá abajo en la profundidad azul oscuro que no alcanzaba a invadir la luz de luna. Y yo volaba con la inercia del asombro sobre espumas y fosforescencias, sobre los espantos translucidos de las aguas malas que se mecían a medianoche en el abierto oleaje lunar. Planeaba rozando las islas falsas de los sargazos con sus pequeños monstruos sigilosos en continuo naufragio y el extenso tejido ocre de algas atrapadas en los remolinos de las contracorrientes oceánicas. Desde mi alto vuelo alcanzaba a vislumbrar los jardines de las anémonas de mar teñidos de los colores inverosímiles de sus afilados pétalos ponzoñosos. Vi los crustáceos y los celacantos traslapados en las oscuridades verdiazules de las volcánicas dorsales marinas, vi una y otra vez los mismos grises cachalotes y mismas blancas belugas en medio de un paisaje de barcos hundidos, y en sus ojos de buey vi refractadas las calaveras tristes de los tripulantes todavía esperando que amainara la última tormenta. Sobrevolé las islas perdidas que nunca descubrieron los navegantes y donde estaba todo el oro, todas las esmeraldas y todas las especias resguardadas por dragones de ojos de cuarzo y feroces uñas de amatista. Volé por horas en espirales interminables sobre un denso mar de salmueras, con sus aguas mansas y cuajadas como babas de esturión o espumarajos de mantarrayas plagado de trilobites silúricos, donde los buzos se morían de pesadumbre adormecidos por el ruido de la sal cristalizando en el bochorno del mediodía, yo los vi flotando boca arriba en los atardeceres iluminados por un sol moribundo con la cuencas de los ojos asomados en las escafandras de bronces más antiguos que la sal de las salmueras. Yo surqué los cielos de todos los océanos buscando las secretas grutas del tiempo perdido en los roqueríos de las rompientes y en los profundos acantilados pelágicos pero solo encontré el viento salobre y los hielos prohibidos arrastrando o congelando la continuidad de las horas. Solo ahora, aquí, en el islote del ocaso sé que fueron altos vuelos inútiles. Vale.

viernes, 23 de agosto de 2013

DE SOMBRA Y FANTASMA


(Milongueando)

Sabés que a vos me gusta canyenguearte, lo sabes pebeta linda, atajarte en los cortes macho tuyo/hembra mía, hundirme en tu perfume de lejanía hasta el morirme, rozar entre tus piernas con las mías, indiferentes y sexuales, tocar como no queriendo tu piel nítida por el tajo de la falda para palpar el paraíso, beberte los besos sin azúcar paladeando la hiel de tu saliva, dolerme de esa pimienta tuya que me hace lagrimear cuando me corroes los ojos mirándome con tus ojitos de novia mirando el río nostálgica buscándome en los camalotes que pasan derivando, abrevar en tu sudor la salinidad escondida de tu cuerpo, lo sabés, lo sentís ahorita mismo que me leés apuradita pa'que no te pillen vagando por la luna, que escuchás esas milongas con los ojitos cerrados para sentir que me sentís en beso vivo, en el calorcito que te sube por tus piernotas hasta donde no debiera, en mi pecho que se aprieta contra tus senos con la misma intensidad que has imaginado en tus insomnios tangueros, en mi mano insistente e impúdica que tiende a bajar con sensual desparpajo de la concavidad de tu cintura hacía la tibia convexidad de tus nalgas. Sabés que a vos me gusta orillarte entre caña y tabaco, emborracharte por lo bajo, en susurros y arqueadita, quemarme la oreja en tu aliento de menta y coñac, arder de puro enconchado con tu mejilla en la mía y morfarte de a poquitos el lóbulo hasta el aro, oír tu respiración agitada cuando te atravesás vencida en la finura de un corte. Sabés que a vos me gusta tanguearte como un lirio tanguero en un vaivén o un boleo, aferrarte con caricia furtiva en la quebrada y llevarte casi abusada en los firuletes, adormecerte en un remolino de ochos y despertarte en un largo lento gancho con respuesta, lo sabés papusa coqueta, por eso alardeás espantándome el minaje para que solo me queden tus ojos con su miel sin dulzura, su pimienta quemante y su fría sal cristalizada. Delicias del fervor de tu mano en mi mano, de tus dedos jugando a contar en mi espalda, de tus piernas vanidosas horquillando mi rodilla en voluptuosos entreveros, delicias de tu cuerpo entero cuando el tango se nos viene lento. Vení a bailarnos pebeta linda que la vida se acaba en un dos por cuatro. Vení a confirmar que seguís siendo dueña de mis lances de chanta tanguería. Eso.

miércoles, 21 de agosto de 2013

NOCTURNO VAGANTE


Voy a ver brillar los bichos de noche, azules y rosados, color caramelo clavelina.
“Me estaba reservado lo que a nadie”. Marosa Di Giorgio.


Para habitar por un instante tus ojos me derramo en la brevedad de la luz que acude clareando la madrugada al concho de tu insomnio. Antes ya he dejado empavonados los espejos con el vaho de mi presencia porque allí las huellas de mis dedos acarician tu rostro detrás del vidrio antes que se refleje semidormido y después de buscar tu boca en la oscuridad silenciosa de la casa siguiendo los vestigios de tu aroma carcomidos por la noche sin orillas. Me desato de sombras entre las arañas huidizas que asaltan en los rincones y escurro como un reguero de aguas púrpuras por el canto afilado de la mesa dibujado en los bronces nocturnos y en las flores mustias que agonizan en los floreros de cristal burilado saciados del rojo rubí y del místico violeta. Mientras espero el amanecer descifro los nudos de las maderas y las trizaduras de los enyesados como un monje atormentado. A medianoche hago el conteo de tus fantasmas para ver si falta alguno en el clavijero del molino de tu memoria e ir a buscarlo entre las tibiezas solemnes de tus sábanas. La noche camina a paso lento como si no quisiera despertar los pájaros dormidos ni el tornasol iridiscente de los incestos. Allá afuera el rocío está afanado cotejando los colores de las rosas con la luz de la luna estremecida que baila su danza enamorada del sutil azul de los agapantos. Adentro hay un rumor de mar lejano que va y viene en un oleaje que se achica hasta el silencio cuando ladran allá en el campo los perros o cantan los gallos equivocados. Recorro la sala donde el relente acecha por las ventanas queriendo entrar a besar las caobas y las copas. Nadie escucha los crujidos de las horas que conviven con los murciélagos en ese espacio negado que siempre hay entre el cielo raso y el tejado cuando nadie mira los relojes. Un escarabajo verde se asoma detrás de los geranios iluminado apenas por las estrellas porque la luna sigue embobada por el matiz azulino de los vanidosos agapantos. Vuelvo una y otra vez a la habitación donde duermes para leer en tu respiración pausada y tranquila los himnos que ha de cantar la mañana entre los girasoles torcidos. Habitando por un instante el concho de tu insomnio dejo que tus ojos me observen asombrados bajo la claridad inicial de la somnolienta madrugada. Vale.

lunes, 19 de agosto de 2013

DE MIEDOS E INCISURAS


Tememos seguir buscándonos por otros laberintos más allá de los meandros de este ahora donde nos encontramos cegados perdidos extraviados, como si esta circunstancia fatal fuera el limite frontera deslinde de lo racional o lo posible, confundiendo con certeza la falacia que a partir de este aquí entraremos en lo prohibido, en la locura salvaje de dos almas que se necesitan hasta lo sublime sin entender (ni necesitar entender) el porqué de esa necesidad ni asumir las imposibilidades, la distancia y la mísera realidad que cada uno vive en su propio mundo ancho y ajeno. Tememos cruzar el muro que nos hemos construido y detrás del cual intuimos sabemos creemos existe aquel soñado paraíso inalcanzable. Tememos dar un paso que nos despoje de los sayos en una brutal reciprocidad, aun sabiendo sintiendo viviendo este extraño amor que nos embriaga con su cotidiana vendimia, con sus ansias de entregarnos y los deseos de poseernos, con el miedo a volvernos vulnerables, a ser al fin lo que realmente somos y decirnos lo que verdaderamente sentimos, y que nunca nos atrevimos a mostrarle a nadie porque nunca antes habíamos encontrado a nadie capaz de aceptarnos como somos, ese miedo. Miedo a la pasión desbordada, a la caída de las autocensuras, miedo a ser libres e ilimitados. Miedo a las pulsiones, las fantasías, los instintos en blanco y negro, la comezón en el hueso sacro, la sensación de otra piel en la yema de los dedos, los labios adormecidos por los mordiscos, las palpitaciones en el pubis que se cimbran en el borde del dolor, el restriego de los cuerpos ciegos en sus lúbricas luces secretas, las frotaciones de las piernas en la trabazón de la búsqueda del acople final. Pero no debes temer a nuestros miedos, pues besaré primero tu Incisura jugularis con besitos breves como de cariño hundiéndome en tu perfume y en la tibia suavidad de ese pozo de dulzura. Deslizare luego mis labios en fuego por el borde convexo de tu clavícula de ida y de vuelta: hacia el lado de tu corazón y después a tu diestra. Después, en un delicado viaje de besos navegaré como dormido a lo largo de tus Incisuras claviculares en la diestra primero y después en la siniestra y entonces, ebrio de tu piel clavicular y con furia de naufrago me dedicaré a tu boca. Solo después iré a por saciar mi sed en la sed de tu cuerpo, a desbrozar insistente e incesante la confusión la noche, mientras tu duermes cansada de los festejos de ese antiguo carnaval del adviento ya sin temer a nuestros miedos.

Notas anatómicas.-
Incisura jugularis: Es la pequeña cavidad o "pocito" que se forma debajo del cuello.

Incisura clavicularis: son los surcos que se encuentran a cada lado de Incisura jugularis.

sábado, 17 de agosto de 2013

BURILACIONES



“La vida siempre se está viviendo en tres dimensiones; en la memoria, en la realidad y en la imaginación”.
Summa Atica, CLXIII. Varelio.

Esa tarde inventamos el río, fue como un avenimiento centrado en la necesidad, la sed nos tenía hinchadas las lenguas y ya los cóndores nos sobrevolaban presintiendo que pronto íbamos a ser cadáveres de carnes resecas dispuestos sin tajar en su mesa soberana. Sobre otra mesa vimos aquellos objetos que la memoria se niega a perder, con sus registros entintados por las siemprevivas de los mejores recuerdos. El pomo de cierta puerta en cierta casa en cierta calle que ya no existe, una moneda antigua con los números del año carcomidos por el óxido, el vaso azul que nadie usaba porque todo lo que se bebiera en el tomaba el sabor a limón del toronjil (i) y olía a persistente benjuí que después contaminaba los sueños, una llave que nunca tuvo cerradura que la justificara o explicara su constante aparición en los sitios más inverosímiles de la casa, las tenazas con que se removían las brasa del brasero mientras allá afuera la noche y la lluvia asolaban las horas con su monótono murmullo. El tarro de hojalata de la madre con botones de todos colores y tamaños con que jugábamos niños en los días lluviosos en que no se podía salir a jugar al patio con pozas o al jardín enlluviado. La colección de estampillas del padre ordenadas por país en sobres blancos distintos a todos los sobres vistos hasta ahora con su letra inolvidable en tinta china negra. Una misteriosa y aherrumbrada medalla de cobre conmemorativa de las batallas de Placilla y Concón, de la Guerra Civil de mil ochocientos noventa y uno, que se encontró semienterrada en el patio al lado del ciruelo y que después desapareció como si hubiera vuelto a su eterno extravío. El color preciso e irrecuperable de las dalias del jardín materno que no era el magenta si no más bien un púrpura lejano de olvido insoportable. Un conejito de hule, de chaqué, con sombrero de copa y un ramo de flores con el que jugaban las hermanas y que se perdió como todas las cosas que pierden vigencia con el tiempo y que cuarenta años después se volvió a ver tirado en el barro del aluvión que asoló el norte minero por la lluvia de las últimas horas del día diecisiete de Junio de mil novecientos noventa y uno, y primeras horas del siguiente. Como hace la flor cuando se engaña y asume la víspera en pleno plenilunio, así se reviven esas cosas, y lo sabíamos muy bien cuando inventamos asustados el río para que no nos comieran como tasajo los cóndores.


(i) Toronjil, melisa, citronela u hoja de limón (Melissa officinalis), Es una planta de poder que induce un sentimiento de realidad en los sueños, con lo que estos se vuelven más intensos, más vívidos y más surrealistas. Todas esas características pueden llevar a desarrollar un sueño lúcido y tomar conciencia de que estás soñando mientras se sueña y así tomar tus propias decisiones dentro de él. No se desarrollan sueños lúcidos cada vez que se ingiere la infusión antes de dormir, pero es más probable que ocurra.
Wikipedia.

N.N.


Yo he visto perlas claras de inimitable encanto,
de esas que no se tocan por temor a romperlas.
Tu Collar de Perlas, José Angel Buesa.

Será lo que será, seguiremos como sea que el destino nos tenga ya emborronado con su tinta azul violeta aún húmeda y su letra finita e ilegible en los papeles de las vidas posibles, que importa si ya vamos confundiendo voluntariamente ciertas realidades especificas con las virtualidades de las pobres esperanzas, cruzando etapas, creando sueños que vivimos, sentimos y fantaseamos noche a noche, y yo siempre esperando tus vehemencias y tú siempre esperando los susurros de mi voz que no te llega, y mis manos en tu piel desnuda y tibia descubriendo lo que sería el mundo sin ti. Sabrás que el deseo que deseo habita en ti, está en ti, y ya no tienes escapatoria porque me fracciono, me disgrego, me vuelvo arena de mi para ir hacía ti, así, viejo, cansado, saturado de este otro perro mundo que no logro entender, con el frío cristalizado en mis huesos, la barba escarchada y los ojos enrojecidos, con toda la pena a la rastra. Y tú allá en tu guarida de serpiente sin ojos arrepatingada entre las aguas vertientes de la fuente del Niño de la Espina, sutil, cristalina y vertiginosa mientras tu sombra esquiva camina rodeando la fuente, cruzando el parque hacia el oriente, dobla a la derecha y sigue cabizbaja, tu sombra, bajo una alameda de altos árboles deshojados por la tristeza más que por el otoño, hasta el final de la arboleda donde hay un escaño verde y en el durmiendo un linyera viejón, de barba cana y largo pelo canoso, mal vestido con raídas ropas de distintos colores y algo sucio, tapado con diarios y cartones, al que tu sombra se acerca calladita y le deja una cajetilla de cigarrillos, un ejemplar de tu libro y un pañuelo con tu perfume, para cumplir el rito casi funerario que tu corazón te canta al oído. Mientras todo eso sucede/sueñas oirá como de lejos, siempre tu sombra, que alguien canta, es la Tebaldi cantando Un bel di vedremos de Madame Butterfly, quizás se le llenen, a tu sombra, los ojitos de lagrimas, no importa, el linyera seguirá durmiendo y no podrá verte así, vulnerable (y triste). Cuando termina el canto, se aleja despacito, tu sombra, y de ahí se vuelve a la fuente del Niño del Espina y se arrepatinga entre las aguas vidriosas y vertientes como la misma serpiente sin ojos que eres. Después volvimos por donde mismo y nos despedimos, ya casi clareando, en la misma esquina del parque donde nos habíamos encontrado. Te fuiste difuminando en esa claridad inicial del día y yo me volví al escaño a sentir los vestigios tu presencia allí donde siempre te sueño. Vale.


domingo, 11 de agosto de 2013

NUNCA SOLA


Tell me dear, are you lonesome tonight?
"Are You Lonesome Tonight?", Roy Turk y Lou Handman.

Nunca estas sola, nunca, siempre estoy por ahí en cercanía, en los rincones donde se acumula el polvo de los días, en los ceniceros donde vas dejando las cenizas que te quedan después de pensarme, en los espejos donde te ves y me ves detrás tuyo como una sombra cristalina, casi invisible pero intensa en su vaho de reminiscencias que te arde en la piel, en tu boca mordida o besada, en las cucharas, en la bombilla del mate que te quema la boca en su pequeño beso, en los reflejos de las copas y los vasos, en la bata amarilla que te cubre como un cuerpo que te posee, en los anteojos que no te dejan verme como quisieras verme, en los ruidos de la calle, en entre las sábanas donde duermes como si estuvieras sola aunque nunca estas sola, nunca, siempre estoy por ahí en tu cercanía, en los rincones donde se acumula el polvo de los días, en los ceniceros donde vas dejando las cenizas que te quedan después de pensarme, en los espejos donde te ves y me ves detrás tuyo como una sombra cristalina, casi invisible pero intensa en su vaho de reminiscencias que te arde en la piel, en tu boca mordida o besada, en las cucharas, en la bombilla del mate que te quema la boca en su pequeño beso, en los reflejos de las copas y los vasos, en la bata amarilla que te cubre como un cuerpo que te posee, en los anteojos que no te dejan verme como quisieras verme, en los ruidos de la calle, entre las sábanas donde duermes como si estuvieras sola aunque nunca estas sola, nunca, siempre estoy por ahí en tu cercanía, en los rincones donde se acumula el polvo de los días, en los ceniceros donde vas dejando las cenizas que te quedan después de pensarme, en los espejos donde te ves y me ves detrás tuyo como una sombra cristalina, casi invisible pero intensa en su vaho de reminiscencias que te arde en la piel, en tu boca mordida o besada, en las cucharas, en la bombilla del mate que te quema la boquita en su pequeño beso, en los reflejos de las copas y los vasos, en la bata amarilla que te cubre como un cuerpo que te posee, en los anteojos que no te dejan verme como quisieras verme, en los ruidos de la calle, entre las sábanas donde duermes como si estuvieras sola aunque nunca estas sola, nunca, porque yo te voy siguiendo instaurado para siempre en ti como la sombra misma de ti misma.

SUEÑO DE ESCARABAJO


En fin,
serás el arquetipo de todas las Reinas,
y yo el oscuro poeta que la encanta. (i)

Y vendrá la cercana primavera o el más lejano verano con sus días calidos, sus soles instaurados y sus frescos atardeceres, y vendrá tu perfume a rondar mis ansias de tus dulces ternuras, de tus sonrisas pícaras y tu voz tranquila cayendo suavemente sobre mi alma como pétalos de cerezos sobre las aguas de un río incesante. Y vendrá tu cuerpo semidesnudo apenas oculto por ese mito de una sensual enagua con la tibieza de tu piel que mis dedos han soñado por los años vacíos de tu cercanía concreta, tu cuerpo frágil como de breve ninfa transparente, tu calor maduro como un aura que llena los sentidos del aroma acaramelado de las perdidas vendimias otoñales. Vendrá tu boca otra vez a besarme como en ese antes extraviado, a marcar de besos tiernos los solitarios caminos del amor y de arduos besos quemantes los territorios del secano dormido que se va amarilleando de pena por las estaciones a la espera de la lluvia. Vendrán tus manos delicadas a hacer florecer en caricias las semillas escondidas o muertas de mis deseos, a rasgar los sellos de la soledad carnal, a derrumbar los muros que cercan las pasiones contenidas y las breves lujurias, tus manos recorriendo la piel viva del fingido ermitaño. E irán tus labios paso a paso buscando los acantilados donde los besos anidan como pájaros vencidos por los vientos de las ausencias, y por los recovecos de las oscuras cavernas donde van a dejar sus huesos los saurios del espanto antes de morir de desamparo en las calles atestadas de rostros desconocidos. Irá tu cuerpo a entibiar las oquedades del destierro para romper los vidrios congelados de lo que pudo haber sido y ya no fue, a liberar los vuelos de los inquietos y zumbantes moscardones de las memorias atesoradas de ciertas tardes, en cierto lugar a cierta hora, siempre en gratas penumbras. Volverán a revivir los sueños petrificados en los mármoles huraños y reverdecerán las magnolias en sus esquivas latencias. Y habrá un bosque y jardín, libros, estatuas, aves, mariposas, escarabajos escondidos y metálicos, palabras, muchas palabras, y nuestras memorias: la casona con sótanos y patios, el ciruelo de mi infancia, soledades y mares distintos, áridos desiertos de un norte que no conoces y húmedos bosques que apenas imagino, recuerdos borrosos de amores perdidos y nítidos sueños que se cumplen. Tristezas, alegrías, asombros, esperanzas, deseos, temores, todo será compartido (i). Vale.

(i) Huida, F.S.R.Banda, 2001.

Imagen: Naturaleza muerta Barroca (Díptico). Jacinta Besa G., 2012.

Plasticina sobre acrílico + pigmento tornasol. 40x30 cm. y 30x30 cm.

domingo, 4 de agosto de 2013

Ultimo acto de “CORAJE CORAZÓN Y RITA”


Un texto de Diego F. Ramírez Gajardo

Como se mueren las mujeres como nosotras?, como se mueren nuestras madres, nuestras hijas, nuestras madres de las madres, hermosas y aferradas a sus collares de nadie, sin miedo, sin esquirlas en los ojos, sin decirle al mundo que se sienten solas cuando se sienten solas, sin decirle a sus hijos que las besen cuando  se agotan, cuando se cansan, como se mueren las mujeres como nosotras, se mueren encadenadas a las ventanas, a las puertas de las puertas de sus piezas, se mueren en sus habitaciones solas y grandes, se mueren en sus cuartos propios encerradas, muertas de hambre, muertas de rabia, se mueren enloquecidas y tienen pena cuando se mueren y tienen miedo cuando se mueren, que sienten las mujeres como nosotras antes de morir ¿de quién se acuerdan las mujeres como nosotras? A quien le dedican la muerte las mujeres suicidas? Cuando dejan cartas de amor o de odio, cartas de muerte con tinta negra, derramando lagrimas, cuando lloran las mujeres?, como lloramos las mujeres como nosotras antes de morir? Como lloran las mujeres cuando se acuerdan de su muerte? Cuando se ven ahorcadas a la vida de la casa familiar, cuando se ven con los hijos en los brazos, en el acantilado más hermoso de la costa de Chile, como se mueren las mujeres como nosotras? Como les corre la sangre por las calles, como las matan los hombres que ellas aman, como la matan los sistemas seductores que las hace defender la casa, como defender la vida, colgadas del alumbrado público, se mueren traficando perlas blancas en su cuerpo, se mueren en la frontera, en el territorio, en la ciudad de nadie, se mueren con quemaduras y marcas de hombres, se mueren esclavas y felices o se mueren felices siendo esclavas de hermosas fortunas o de cuerpos de bebes sin cabeza, se mueren decapitadas, y salen en la televisión, se mueren como héroes, ¿alguna vez se mueren como héroes? O solo se quedan escondidas en los techos de la familia chilena, se mueren las mujeres en la industria quirúrgica de sus cuerpos perfectos, se mueren afilando en el norte la belleza de su desgracia, se mueren en otros países, en otros continentes, se mueren las mujeres solas, siempre vamos a morir solas, aunque la herencia, la familia, los hijos chicos, los hijos grandes, las mujeres viejas, nosotros llorando a la bajada del tren, nosotras como las películas haciendo de la muerte un poema, nosotras como mujeres interrumpidas cuando son niñas y se miran al espejo y no se ven nunca, las mujeres como nosotros no existimos en los espejos, en los libros de historia, en la biblioteca, en la mente de los poetas, en la extinción, en el museo, en todas las partes donde hemos gestado y alimentado y vuelto a gestar a los obreros, las mujeres como nosotras somos la fabrica abierta del obrero, somos las madres del trabajador, pero ahí, justo en ese momento, las mujeres como nosotras volvemos a enfrentar la muerte como acto de perdida, las mujeres como nosotras mueren en el traslado al hospital, mueren  sometidas a la vida que una no elige, las mujeres mueren con lavados de estomago, mueren en el  intento del suicidio, y vuelven a morir cuando abren los ojos como volver a nacer en la misma historia donde te dejaron, hay tanta gente egoísta con nuestras muertes, las mujeres como nosotras, mueren en el accidente o por mala fortuna, mueren al beber sulfato de cobre o auto medicándose cariño, mueren tragándoselo todo antes de dormir, las mujeres como nosotras mueren con heridas físicas, mueren en el espectáculo de la muerte y lo ven tan de cerca que se sienten actrices protagonistas de su propio triste acontecer, les falta coraje les falta corazón irrita, irrita cuando una mujer muere al dispararse un tiro de revolver en la boca, mientras los niños duermen, mientras los niños miran, irrita ver una mujer que  muere por tatuarse una mariposa en el Hombro, irrita ver  una mujer que Muere Defendiendo a su hija en Estación Central, irrita ver una Mujer que muere atropellada Por Un tren en Talcahuano, irrita ver a una Mujer que muere después de dar a luz , o Una mujer que muere apuñalada en Una pensión, irrita ver a una Mujer que  muere al caer siete pisos de un edificio en Providencia.
Como mueren las mujeres como nosotras, mueren como prostitutas, como costureras, como sirvientas, como lavanderas, como empleadas de tienda, mueren como una bailarina o como una matrona.
Detienen a mujer que guardaba cadáveres de niños en un congelador / La mujer perfecta según los hombres / Así era la "mujer perfecta" un siglo atrás.
Coraje: (desde la puerta)
Como será la ciudad allá afuera sin nosotras?
Después de tantos años de encierro,
Después de tantos años esperando cartas de afuera,
Después de tantos años esperando una mínima carta de ti
Después de tantos años sin saber si estas muerta en la orilla de un  río o en una casa vacía a las afueras de la ciudad
Después de tantos años imaginando como es el mundo allá afuera sin mí,
Después de tantos años cortándose los brazos haciendo globitos con el filo de la sangre
Después de tantos años de pintarme los ojos para verme linda
Como será la ciudad allá afuera sin nosotras?
Después de tantos años con los hermanos muertos
Después de tantos años de ficciones y realismo mágico
Después de tantos años de miedo
Después de tantos años sin reírse en publico
Como será la ciudad allá afuera sin nosotras?
Como será la historia de Chile, sin nosotras
Como serán las historias no oficiales sin nosotras
Donde nos dejaran escribir nuestros nombres
Donde nos escondieron que hay tanto tanto que no nos damos cuenta
Como será la vida de las mujeres solas sin nosotras
Como será la risa y la muerte sin nosotras
Como será la cruz y el fuego sin nosotras
Somos tan felices, que me río de ti,
Somos tan felices que no puedo vivir sin ti
Como será la historia de Chile sin nosotras
Como será la ciudad allá afuera sin nosotras?

Nota.- Desde el 1 de agosto al 7 de septiembre se desarrollará la primera edición de FETEX, festival de teatro que se realizará en La Casa Rodante de Providencia y que comenzará con "Coraje Corazón y Rita", de la Compañía de Teatro La Carnicera, obra que marca el debut en la dirección de la actriz Priscilla Guerra. Como "una creación satírica frente a la conformación de nuestra idiosincrasia nacional, a partir de la influencia que ha tenido lo católico en nuestros círculos de poder y su accionar", define la directora al montaje que promete, según sus palabras, hacer "reflexionar al espectador a partir de la risa". La comedia negra cuenta la historia de tres monjas de claustro olvidadas en las ruinas de un oscuro convento que buscan, tras innumerables intentos fallidos, reencantar a la comunidad religiosa. En el marco de Teatro experimental la compañía de Teatro La Carnicera se atreve a mezclar un antiguo género teatral, auto sacramental, con la improvisación y la poesía del joven poeta chileno Diego Ramírez, contingente con las problemáticas sociales actuales.