domingo, 12 de abril de 2015

ARGUMENTOS


Pensarás que los últimos deslumbres del estío y los incipientes matices del otoño te pertenecen por derecho propio, que tu hechizo invadirá los días con sus ocres y garúas, que aquella roja rosa roja en su oscura intensidad que ayer pervivía en el jardín del otoño y hoy permanece cristalizada en el florero, agua y cristal, posee las misteriosas reminiscencias de ti en las transparencias de tus ojos de mariposa alucinada por el perfume de mis verbos. Imaginarás un bosque donde la brisa cumplirá su suave deber en tu pelo, y tu acechador escuchará iluminado el susurro de tu voz, y tus labios y los suyos se tocarán en el borde del abismo, y tu piel, tu piel dejará un reverbero iridiscente en mis dedos que la acariciarán a lo largo de la tarde, casi hasta cumplirse el crepúsculo, ese crepúsculo que pertenece inobjetable a mis sueños. Intuirás que te habito desde hace tiempo en las grietas más profundas de tu alma, que he ido así socavando los diques, las barreras, las puertas selladas de tus anhelos, abriéndome paso sigiloso y poético hacia el centro mismo de tu ser, y allí he iniciado el fuego que creías extinguido, a partir de esas cenizas aun tibias de tus pequeños sueños de casta mujer niña velada por los miedos a ser lo que es. Sentirás una presencia ajena como un vaho que sube por tu silencio, hiedra en el muro de tu distancia, musgo invadiendo los cimientos del claustro derruido por las mudas urgencias de tus suspiros, alguien invadirá los márgenes de la página en blanco donde aun no escribes tus desbordes de magnolia penitente, de velada dama sospechosa, de mujer habitante de los oscuros desencantos siempre, alada, efímera, de silueta y sombra transparentes. Huirás por los laberintos cotidianos, callejuelas tristes con sus escaparates apagados o senderos solitarios que llevan a las grutas donde medran los demonios de los insomnios, yacerás clavada de estrellas y una luna estancada, en ese oscuro azul terciopelo extraviada, caminante en rumbo equivocado, desertarás del acopio y de tumulto, fingirás un destierro de redención para que el invierno que ya te viene no se congele en tus ventanas. Creerás que escapaste a los asedios del que te vocaliza con silabas desconocidas y te sumerge en las bifurcaciones del destiempo, que solo fue arena, sal y ceniza, que sus vestigios destrozados se encharcaron en las primeras lluvias que te vendrán,  incluso oirás sus pasos alejándose, pero no será así.


jueves, 2 de abril de 2015

¿DÓNDE TÚ NO HUBISTE?


¿Dónde, bajo qué luna te sepultaste sagrada y sangrante en las arenas de tu propia voz? Fue crepúsculo hundiéndose en tus rubores, tú lejana, perdida en los lodazales del destiempo, apenas sugerida por las tardes que iban anegando las calles con el perfume de las últimas rosas que tocaste, tus ojos como dormidos sin asombros ni penas, todo sucedía sin ti, las mareas, las fases de la luna o las migraciones de las aves, las sombras bajo los puentes, o el avance sigiloso de la herrumbre en los clavos de los portalones de los monasterios, así fue sucediendo ausencia al paso del otoño con tu nombre borrándose en los muros mientras florecían los geranios sin esperarte y los grillos insistían en sus cantos funerarios escondidos del invierno sin tu silueta habitando las lluvias. ¿Dónde, en qué mes sin plenilunio te despojaste de tu vetusta solemnidad y abriste un vacío en las finas arcillas de tu imperio de pájaros silenciosos? Allí eras soberana y soberbia en tu delicada consistencia de reina, como si todo te hubiera pertenecido de antes, cuando aun no había noticias de tu nacimiento ni de tu entronización en los reinos de las mariposas y las libélulas, habrá sido por esos rumbos en que fuiste canonizada por los que te amaron sin alcanzar los arpegios ni las nomenclaturas que solían dibujarte a contraluz sobre los jardines del estío. ¿Dónde, sobre qué marasmo de las horas fue que perdió tu estirpe las semillas de tus ojos dejando subterráneos los encantos suspendidos en las magnolias y una tristeza de solitarios celacantos en los verbos que te siguieron buscando? Tú en los cuarzos instalada, en su cristal deshabitada, madreselva de su aroma atardecida, tú en los cántaros y los peces, piedra espejo en la albas desplegadas de tu sonrisa oceánica, necesaria, tú en los cafés y en los rastrojos del manzanar del otro lado del canal de las aguas pardas, en las vidrieras y en el estropicio del otoño, sin los vidrios que soportan los vitrales que ciegos dejan de sentirte carcomiendo los cimientos de las antiguas catedrales, tú, que no hubiste acontecido sin los embrujos de la cercanía insensata de tus manos sobre el vino o la miel, sin el trasiego de los destierros y la penumbra de los eclipses, sin el nocturno aterido que dejaste cuando quedaste inmóvil y sin tiempo contra los tristes arreboles. ¿Dónde tú? que no percibo aun las ternuras en el fulgor de tu nombre.