viernes, 19 de diciembre de 2014

ESCRIBA AMIGA, ESCRIBA


Escriba querida amiga, escriba sus desesperos, sus desasosiegos y sus desapegos, también sus desahogos, escriba para quemar las naves o para encender la última hoguera, embriáguese con las palabras que ha mordido furiosa en la almohada pero aun no ha dicho en voz alta ni siquiera frente al espejo, deje que las letras una a una sucedan, que construyan las palabras del espanto y del jolgorio, porque entre tanta palabra alucinada dirá la frase que busca sin saberlo, entre esos asombros y suicidios sabrá lo que nunca pudo o quiso decir, y no será tarde. Envíciese en largas frases incoherentes, en párrafos caóticos e ininteligibles, abrume a los burgueses asustadizos y a las damas reprimidas, pierda el sentido, la lógica, la razón que acuna monstruos en los insomnios, imparta los barrocos que tremolan en su alma, pontifique, desate aquellos poemitas escondidos en los libros de su adolescencia y déjelos volar detrás de los desatados perros de las furias, aniquile los infames monumentos, las huellas en las arenas inútiles y los falsos corazones tallados por mala mano en las antiguas cortezas de árboles muertos, manuscriba los jeroglíficos que codifican sus secretos y sus mentiras, los errores que desviaron su camino, el hambre y la sed, los muchos desengaños y los pocos misterios que le rompieron el amor. Renuncie a la lógica, a la sintaxis, a la cordura que se lee para quebrar la víspera de la espera, fluya turbulenta por un despeñadero, no por un lento cauce de ciénaga dormida, muérase espantando los fantasmas de todos sus pasados, día por día, convierta en cenizas los desengaños y los amores, hilvane las pasiones, cualesquiera sea la vertiente de donde ellas provengan, desarme sus olvidos voluntarios y póngale máscaras o antifaces, descríbalos, destrípelos, fragméntelos y vuelva a pegarlos con el mismo caos de su odio, su furia o su rabia, inserte subrepticiamente la maraña de sus desprecios en los textos del amor perdido, perfile sus venganzas como rosas espurias, use daga o puñal, saje o cercene, socave los plintos de sus míticas estatuas congeladas y deje sangrar los resabios de los besos traicionados y las manos infieles. Mientras otras mujeres de su edad tejen con la tranquilidad final de una vida ya vivida amorosas prendas para sus nietos, usted teja y desteja con las lanas de colores de su imaginación ansiosa el pecador tejido de sus deseos inconsumados. Hay fuegos en usted que nunca se apagarán, pero ya es tiempo de que deje de ser una mujer inconclusa. Escriba.

viernes, 12 de diciembre de 2014

MENESTERES DE DESPEDIDA


Dejamos la marca sobre la mesa en blanco, el estío se acerca desarmado de otoños como una piedra pulida por los vientos desérticos, es un ágata viscosa, lerda, con pequeñas grietas por donde fluyen sus adornos de tristezas, el parco discurso de los árboles llenos de pájaros, la clandestinidad de los caracoles que vagan lentos por la noche antes que la madrugada los sorprenda besando los lirios o las magnolias, todo tiende a una oscuridad difusa, sin siluetas de caminantes suicidas ni estatuas de héroes descabezados por la bruma, ciertos cristales tintinean en sus azules de mar profundo, la mesa en blanco con la marca de los abismos por donde huirán los pájaros, y las espumas y los cuarzos y la melancolía de los otoños que acosan de lluvias previas de los mustios inviernos venideros, surgen las alquimias y las herejías en una sucesión confirmada por las pasionarias que reptan por los muros apagando los ventanales, imprecaciones y olvidos danzan su último tango extraviado en ayeres sin rostros, bebiendo el vino agrio de los errores, el concho feroz de la mala muerte adormecidos, en blanco la mesa y la marca de las palabras sugeridas o borradas, susurros en las arenas, en las cenizas, en la cal viva que va carcomiendo las memorias de yeso o de barro, lo demás son silencios escondidos en los rincones, las furias abrevando en el pozo de la hiel, las comarcas deshabitadas y la tierra calcinada, afuera la cumbiamba de paso que incita los desmadres y las polifonías de una sola nota, el nocturno desde lejos, los ladridos de los perros, la noche ya no alcanza a contener todas las nostalgias de los yuyos y el tranque con su barquito azul, hay derrumbes sin escombros ni vidrios quebrados, el polvo del desierto cubre las huellas de los pasos equivocados, las garúas borran los nombres y los números, los vestigios de algo que ya no posee silueta ni sombra, de alguien que habitó los subterráneos y no floreció, sobre la mesa en blanco la marca de los signos de los tiempos, la decadencia, la obsolescencia, los estragos del fuego divino, el castigo de falsarios y pecadores, y aquel que mire para atrás será estatua de sal, y el que no mire será algas pútridas esparcidas por las aguas por toda la faz de la tierra sin tumba ni llanteríos, al atardecer del último día la última sonrisa cínica cristaliza en un semblante imperturbable.