martes, 29 de mayo de 2012

DE CUARZOS Y MARIPOSAS

Fervor de tus besos retribuyendo mis afanes de ti, de tocarte, de verte, de fragmentar el imposible hasta verter en ti mi saliva urgente. Los brazos abiertos hacia ti y el rostro triste como un cristo sufriente contra los arreboles de un crepúsculo de cielos desgarrados. No estabas, no eras habida en la turbiedad de la lluvia que se derrumbó sobre la sinuosidad contraída de las calles, solo había tu mano en los cuarzos envidioso del rosado de frambuesa nacarada de tus uñas almendradas y aquella incógnita mariposa (i) indescifrable libando en el rojo del hibisco, y busqué su nombre para nombrarte en la clandestinidad de silencio; mariposa de la pasionaria, y supe que eras tú alada e impalpable, apasionada. No estabas, enmudecías en el llueve del día que se iba sin las furias de tus verbos y las furias de tus celos, aún estabas inmersa en ese mar de mareas locas que sacuden tu barca sin piedad, huyendo siempre del indomable amante que no te deja olvidar aun creyendo que tampoco quieres. Y en la alquimia de piedras y lluvias nos quedamos atrapados e insepultos, mariposa trasnochada y fauno intermitente, en la telaraña del tiempo y el laberinto insalvable del espacio donde todo va sucediendo sin nosotros, condenados a vivir con la maldición de un doble exilio inmerecido. Rumbeabas por allá en el lejos, por la llanura pampeana al pie del monte, entre cuarzos y mariposas, entre benteveos, caranchos y chingolos, quizás por el mismo Espinal entre los pálidos amarillos del quebracho blanco y del algarrobo, y el blanco difuso de los romerillos, mientras yo chapoteaba en los charcos arrinconando las arcillas como un alfarero desamparado. Fervor de besos en las esquinas sombrías, detrás de los muros y en los altos campanarios, en las cuarceras abandonadas y en los rincones inundados, aleatorios, sin bocas cerca ni labios tocándose, besos con la levedad de las mariposas transparentes que iban y venían entre tú y yo cuando no estabas. Ahora es otra hora y estás en el lugar de siempre, con la bruma de un día gris en tus ojos encegados, pero aun yo sin ti y tú sin mí, solo incrustados el uno en el otro por esa sincronía de coincidencias en el tiempo y las certezas, y de simultaneidades de nuestras mutuas incertidumbres. Pero igual me voy feliz por todito tu cuerpo recorriéndolo y recuperándolo para mis oscuros deseos de siempre en el fervor de tus besos incautado.


(i) Agraulis vanillae maculosa

1 comentario:

  1. ".......pero aun yo sin ti y tú sin mí, solo incrustados el uno en el otro por esa sincronía de coincidencias en el tiempo y las certezas, y de simultaneidades de nuestras mutuas incertidumbres....."
    Maravilloso.Profundo como el infinito.

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