miércoles, 22 de agosto de 2012

APUNTES SOBRE LA LLUVIA DE HOY

“y sigue lloviendo, hay flores caídas, ramas rotas por la tormenta, el ronroneo del gato  me adormece y la lluvia en la ventana  suena a tu voz”
Lluvia y gato que te mira. Hilda Breer

Llueve, con esa tristeza desordenada de las ciudades invadidas por los finales del invierno, de las ciudades atrapadas en una soledad sin tiempo que viene de sus territorios ancestrales, ciudades vacías, antes de su fundación y sus torpes refundaciones, cuando aun los ríos corrían por sus cauces y las hierbas eran más verdes que las de ahora que llueve sobre los pastos falsos y las ortigas entumidas. Las calles asumen esa tristeza de vértice fúnebre y se vacían de siluetas, de sombras y de pájaros, se van como disolviendo en las aguas que escurren por sus aceras, en los reflejos difusos de los árboles deshojados, de las marañas de líneas de los cables eléctricos y de los postes del alumbrado en su verticalidad heroica en medio de la lluvia. Llueve y es un poco un fin de algo que nadie  sabe que es pero que todos los escurridizos caminantes intuyen en los charcos que los asaltan en los bordes de las veredas y en los nubarrones grises que van ensuciando un cielo de oscura porcelana. Confundido en un oriente que se aleja hasta tocar y subir por la cordillera un vaho húmedo va guiando los chubascos hacia su trampa de nieves eternas mientras el poniente declarado en rebeldía se resiste a morir sin la gloria esplendorosa del crepúsculo y se rompe en una iluminación de claraboya, de ventana de hospital, de ventanal de casa abandonada. Más acá, donde los pasos ya perdieron su eco por la persistencia de la lluvia, el habitante se ensimisma en su desolación de naufrago extraviado y se pierde en la esquina siguiente sin encontrar nunca la salida al llueve, a la indiferencia de lo clandestino, de lo secreto, de las congojas por los pecados cometidos y en deuda por pagar. Llueve, con el abandono en carne viva, con el mutismo de lo que sucede sin esperanza, con la agobiante sensación de un castigo bíblico que traspasa las generaciones y se aferra como hiedra muerta en los muros del único habitante, del viajero detenido en la lluvia cabizbajo a la espera que escampe para continuar el viaje por la ciudad que le parece vacía en su desborde pero de la que alcanza a oír su linfa cloacal fluyendo por las alcantarillas allá abajo en la tierra misma humedecida por el agua quizás final de este invierno en sequía. El asfalto espejea en un plateado agrisado como un largo mar triste esparcido entre la quietud de un archipiélago prehistórico buscando un imposible punto de fuga. Llueve, mientras la ciudad, tan callando, se va borrando, inundando de sombrías nostalgias y sumergiendo en infelices presagios. Vale.

Imagen: Fotografía de Hilda Breer, junio 2012

3 comentarios:

  1. anoche volvio a llover........soledad completa muy adentro de la tierra

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  2. ella no cree en el pero si esta de acuerdo con que llovio en la noche. El punto en comun es que la soledad es parte de ambos..

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  3. No creer es parte de nuestras defensas.
    Yo amo.Yo soy amada.Soledad es solo un sueño fugaz....

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