sábado, 15 de septiembre de 2012

CONSONANCIA

Guitarrero viejo, astroso y borracho,
musiquero alterno de almacén y bar,
dónde tu instrumento, cantador y macho,
ha ido a parar.
Guitarrero Viejo - Alfredo Zitarrosa

Y es que hay una fibra muy intima de tu ser que yo tenso y afino y que punteo como una cuerda de tu cuerpo guitarra sacando de ella delicados arpegios para mi zozobra, temor y ansiedad. Entonces atravieso tu densidad lunar deslizando mi caricia con la sutil impudicia de un agua secreta que irrumpe, vertiente y fuga, arrastrando tu voz melancólica por los pedregales inhóspitos de un cauce que te cruza como una herida sin cicatrizar, y mi verbo imagen símbolo código y sello va formando una costra dura e impermeable en ese tajo abierto de tu alma. Y te evaporas surgida del fermento de un lagar escondido que cerca el infierno, nuestro, ebulles, te condensas en un licor misterioso, en un brebaje untuoso, embriagador, en un liquido espirituoso que se va desvaneciendo en ti y penetrando en tu carne viva, mía, que intenta sobrevivir al sopor incitante de mi barroco deshilachado desvaído sin solución de continuidad hasta que cierras los ojos para seguir leyéndome en la claridad del sueño mientras yo perturbo tu piel y tus entrañas buscando la nota edípica en la cuerda tensada y afinada de tu cuerpo guitarra. Y voy tañendo ese monocordio carnal que late azorado una cadencia musical que proviene de los nodos de tus articulaciones, de tus tendones tensados, de tus intimas oquedades resonantes, en un eco sordo, sagrado, gutural, pero a la vez sinfónico, detentando una armonía sigilosa que trasciende cualquier monotonía  o asonancia. Pulso esa cuerda confabulada, la escucho en su tonalidad más sublime y ardiente, rasgueo en las afinidades de tu resonancia hundido en ti más allá de tu voluntad heroica, pírrica, y de tus recatos inútiles, ciño en la densidad voluptuosa esa fibra única y te pulso para ir templando en acordes de posesión y rendición biunívocas, explorando tu incertidumbre, la fijeza y la furia, el deseo y la perdición, el estremecimiento escondido en la reverberancia de mis palabras que lees abrumada de músicas que se tuercen y destuercen ante tus ojos asombrados, cautivos, horadados bajo el hechizo que no evitas pero que en el fondo de ti temes. Acústica de copula de arco y violín, disonante que se abrevia enternecido, sutil pizzicato que profana en su tenue ternura y es queja, trasteo, tensión que no cuaja, que no se consuma, que no se vuelca en sonido audible y solo habita entre los escombros de un ayer silencioso como vibración o rezongo. Entonces hay un quiebre espontáneo que simula un estertor, un éxtasis no cotidiano y te deja exhausta vagando en las tibias marismas de un destierro subterráneo, telúrico o volcánico, sanguíneo y turgente, nunca final, testimonio sacro de urgencias acontecidas, lubricas y vesperales, un quiebre genital e insoportable, pervertido. Vale.

2 comentarios:

  1. Asi es....pero se pelea como fiera enjaulada.....

    ResponderEliminar
  2. Consonancia???? Yo diria disonancia......Aunque las disonancias hay que evitarlas pues puede ser simplemente una nota mal colocada en el pentagrama.
    Una equivocación. Y eso se puede corregir.

    ResponderEliminar