lunes, 24 de septiembre de 2012

OTRA LUNA

Para Lía, mi nieta.

La luna llena se fue desencalando en su frágil frialdad, la blanca y brillante arena de cuarzo devino en un azufre fantasmagórico, asumiendo ese amarillo de lámpara antigua, convirtiéndose en harina de maíz, en pálida naranja de salida de invierno, ahondando las siluetas y sus sortilegios lunares, dejando un regusto de desencanto, un resabio de maldolor que borraba cualquier decantación precipitada, hasta naufragar sangrienta en los horizontes amanecidos. Antes siempre había sido en su pálida luz virginal aguas de mar donde navegaba a medianoche el alto y albo ciruelo florecido, la silenciosa frescura primaveral donde se reflejaban los besos de la Maga en el oscuro azul estrellado. Inundaba con su frialdad lejana los senderos y los árboles y los cobijos solitarios, y las calles vacías que se estremecían cuando alguien las atravesaba arrastrando el misterio del amor o la incertidumbre de un desengaño. Vagaba rodaba surcaba lenta y parsimoniosa en su peregrinaje menstrual de esfera iluminada a filoso alfanje argentífero arando esparciendo un delicado polvo de diminutos zafiros por los nocturnos para que florecieran los soles sin la acrimonia de los amaneceres disolutos. Como un péndulo ancestral definía las mareas, nueva creciente llena menguante o ausente anegaba noctámbula la negrura del cielo de lunación en lunación buscando los amantes y los suicidas atrapados en los parques para salvarlos de sus fúnebres pensamientos, en los océanos o en los sueños hilaba las telarañas que con sus reverberos confundían a los vigías de mar adentro para que nunca encontraran las costas de las islas encantadas. Se entretenía en los eclipses asustando a las fieras en las junglas, adormeciendo a las palomas en los campanarios y haciendo cantar equivocados a los gallos con su amanecer de fantasía. Iluminaba tierna y maternal las migraciones de las aves y los conciertos melancólicos de los grillos escondidos entre los arbustos. Pero ahora es la alegre luna lunera cascabelera que juega a la ronda con la Pili, redonda como un circulo o una pelota, ¿te acuerdas?, y se justifica así sin necesidad de arenas de cuarzo, azufres mortecinos, lámparas o harinas de maíz, ni ciruelos florecidos ni los besos de la Ita, sin caminantes lunares, sin vigías extraviados, no esfera ni alfanje, sin zafiros, amaneceres, mareas, amantes o suicidas, y sin menester de la magia lúdica de sus eclipses, aunque nadie sabe que sigue calladita alumbrando las migraciones de las aves y los cantos de los grillos cuando la pequeña Lía está durmiendo.

2 comentarios:

  1. Una mujer, (también los hombres, claro) en estos seres divinos que son los nietos, aprende nuevas razones para la existencia, aunque muy adentro una intensa mujer siga soñando calladita, alumbrando las migraciones de las aves, cuando la pequeña Lía duerme. Hermoso!

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  2. Sigo coleccionando la historia de esa princesa que sin quererlo,cambio la vida de muchos, para agregar una felicidad desconocida

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