Se viene la tarde del ultimo día,
acecha ya la noche feroz con su madrugada de cadalso, pronta espera la primera
mañana de silencio incomprensible, se me va a perder tu voz palabra, tus furias
que ahora asustado ante la inminencia me parecen dulzuras que no alcancé a
entender, desaparecerán las rosas impúdicas entre la venenosa hiedra de tu
ausencia, todo tornará en un oscuro, en un largo túnel de noventa días con sus
noches. Desde el borde mismo de la noche, de su orilla atrapada en su oscuridad
viniente, te voy rumiando carne uñas pelo, te voy sacralizando en mármoles
inseguros, en bronces antiguos, en cristales de cuarzos inauditos, para no
perder tu imagen como se pierden los rubores del atardecer, tu silueta contra
el rió de los camalotes, tu presencia en los sueños del parque donde nos
soñamos o en las callecitas, viste, donde te me perdías dejándome en un breve infierno
quincenal. Ha comenzado la noche, como si supiera del drama que viene está nublada
y allá en la cordillera que da para tu vertiente llueve. Sé perfectamente que
no podré cruzar el tormentoso mar de estos noventa días con sus noches sin vos
como un faro en la oscuridad del sin ti, pensando que no te importa, no te
importo, que te da lo mismo si existo o no existo, saberme o no saberme, que si
nos soñamos o no, que si nos morimos de besos o no, que si seguimos soñando un
día tocarnos o no, porque has de saber que a mí no me da lo mismo si no puedo
respirarte cada día en mi mañana o acariciarte cada noche en tu insomnio. Sé
perfectamente que vendrán otras voces fantasmales con sus trampas de deleites y
sus cantos de embelesos que desviaran mis rumbos caóticos hasta hacerme
naufragar, otra vez, con los mismos roqueríos de este mismo desengaño nada más
que para cumplir tus presagios encelados, así será, aunque en esta hora ultima te
confieso que solo querría seguir como antes esperando tu migajas como un
linyera acurrucado en tu puerta casi muerto de tu frío, hambriento siempre de
vos, con esta sed viva de macho edípico abrumado por la ternura perdida de tus
pechos y la nostalgia sangrando por tu entera piel intocable imposible
insoñable, ahora. Pero ya es tarde, demasiado tarde, solo nos queda irnos a
desaparecer en el silencio del otro por esos noventa días con sus noches que se
nos vienen hasta por ahí por fines del lejano abril de las lluvias. Vos
decidiste, yo no pude. Eso.
viernes, 25 de enero de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
que oscuridades rondan tus sueños , dejate arrastrar por lo desconocido, jamas sabras la verdad de esa sombra que cres que te persigue.... no sueñes,abre los ojos.
ResponderEliminar