martes, 5 de marzo de 2013

EMULACIONES

Hago como que tenías los ojos de otro color para alcanzar a reflejarme en ellos otra vez donde sea en tu perra ausencia y me voy orillando los otros rostros de reemplazo, esas tus mascaras funerarias, como de soslayo para no mirarlos de frente y desconfiar de tu gesto, el rictus de tu boca, de cierto aire de no ser tú a la hora del beso. Pienso tu piel algo mas fría, poquito menos suave, con diversos aromas florales y sabores frutales, y así no extraviarme en el relente equivocado e intentar una caricia perdida por las negaciones y subterfugios sicóticos del desengaño repetido en los espejos, en los ventanales que dan al crepúsculo, en las copas vacías con tus labios marcados como si recién te hubieras ido. Olvido los detalles que amé en ti mientras tú me amabas, tu manera de mirar sin verme, la tibieza intencional de tus manos, las pequeñas furias que borraban tu sonrisa antes de hundirte en el cenagal donde habitabas por días incubando ese delicado odio de amor herido, las inflexiones de tu voz cuando entrabas en trance de celos y te me ibas difuminando en un vaho intangible que yo no percibía hasta que ya estabas tan lejos que solo me quedaba esperar que volvieras otra vez amanecida y solitaria. Dejo que las palomas se ausenten de los parques y de los campanarios para no convertir sus arrullos en tus vestigios y seguirte por esas veredas anegadas por las lluvias e invadidas de pájaros o libélulas convencido de que estarás por ahí jugando a las escondidas con la dulce timidez del primer amor para siempre. Me equivoco a propósito de esquina para esperarte con la serena esperanza de que no vendrás porque no era esa la esquina de la cita y que mañana será otro día y convendremos en otro lugar donde sí nos encontremos. Beso todas los labios posibles por ver si en algunos reconozco los tuyos sabiendo que me bastará rozarlos apenas para saber que eres tú la que beso, y me dejo llevar por los hechizos confabulados que me miento en cada beso aunque sin morirme en ello como era contigo. Pero para tu mayor gloria has de saber que de vez en cuando si me muero solo para ver si te encuentro allá en el mismo infierno donde deambulo ebrio de ti sin tu recuerdo. Hago como que sigues acá tan cerca que no necesito verte ni tocarte para seguir sintiendo tu presencia pernoctando a mi lado en cualquier noche sin luna. Vale.

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