domingo, 18 de enero de 2015

SIGNIFICANTES


Desato la margen obligada, los renglones de tu voz extraviada en los borrones y las citas a pie de página, dejo los versos inconclusos, la oración sin verbos, el párrafo inacabado, todos mentideros de los ocasos sin ti, borradores donde se aconchan las tintas que te escribirán los últimos palimpsestos, la elegía o el discurso solemne de tu fuga, el responso por tus ojos en vuelo. Codifico la nostalgia en las opacas voces que escapan por sus propios significados en un glorioso caos de sinsentidos y permanencias inútiles, que no soportan el escrutinio de diccionarios o glosarios, que poseen los misterios de tu presencia equivoca y los signos intraducibles de tus pasos. Te incrusto en la realidad ilusoria con manuscritos voraces donde describo con precisos detalles tus labios en los infinitos matices de sus besos, a veces dejo en blanco los lugares donde la gramática me traicionaría o cuando no existe aun el vocablo que describa con luminosa precisión un rasgo, un gesto, un rictus que solo tú posees y te hace única entre todas la antiguas princesas, reinas descoronadas y emperatrices vigentes. Acometo descripciones y écfrasis con tu rostro dibujado en los espejos, la silueta siempre lejana de tu cuerpo, tu sombra en las piedras o en el muro, y el ferviente y nítido recuerdo de aquella vez en que te miré absorto mientras naufragábamos tomados de la mano en el definitivo e irrevocable crepúsculo. Para tu mayor gloria incesante invento en cada frase un lujoso dialecto literario, una complejidad lingüística que solo tú puedas traducir en el estiaje de las tardes del tedio, cuando no encuentras la certidumbre de mi cercanía como un eco reverberando en el silencio. Y mi escritura te narra en sutiles anilinas y te versifica en un rito suntuoso anterior al mismo lenguaje, te rompe en silabas susurradas desde el desasosiego o el insomnio, te fragmenta a veces en metafóricas grafías neobarrocas y te retrata verbalizada por los siglos de los siglos en los furtivos encantos de mis textos inexplicables. Voy dejando tus rastros escritos en todos los antiguos pergaminos que refieren las historias de castas doncellas que encontraron el amor en los primaverales jardines de sus tersas juventudes, que les robaron el primer beso entre los perfumados rosales y que una noche se difuminaron adormecidas antes de la clara luminosidad del alba, para muchos años después volver a evaporarse en un vaho violeta y púrpura un atardecer cualquiera de su dulce madurez inmarcesible.


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