domingo, 3 de mayo de 2015

ESCRITOS EN LA BORRA DEL CAFE


Entonces desaparezco del universo entero, me vuelo, huyo, me escapo de la torpe realidad, todo mi ser se sumerge en estas palabras, en la búsqueda de "le mot juste" que la dibujen, la describan, la perpetúen en los cristales del tiempo, como un cazador de mariposas corro detrás de sus imágenes y sus metáforas en un campo de lirios, de magnolias o de rosas, siempre rosas, desarmo una y otra vez las frases, las reconstruyo y las desarmo, las enredo, las tenso, las fragmento, y las reescribo hasta el cansancio del vencido, por ella en esos momentos de éxtasis jubiloso estoy desaparecido, inerte a los juegos del día, a los veneros de los ponientes, a las navegaciones inconclusas de la noche. Lo que le he sido, esa extraña circunstancia de ser un hombre en su nombre, es una ilimitada lista de imágenes, visiones, símbolos, sensaciones y memorias, las vastas memorias que inevitables ya me definen. Visiones donde aparece y desaparece, emerge o florece, entera desnuda incitando poderosas inspiraciones o en tenues fragmentos de su piel desperdigados por las estaciones. A veces la reemplazan breves incrustaciones, con rostros distintos e igual perfume, o la rompen en los trozos de otras bocas, en ojos que no me miran como lo hizo ella en la plenitud de su furiosa posesión, pero persiste en su soberbia innata, en la fragilidad de un instante que borra toda otra presencia, nombres, perfiles y siluetas, voces que no poseen la compleja tonalidad de la suya. Falta en la somnolencia de la mañana y el otoño se rompe en fríos cristales, no hay su palabra encendiendo el amanecer y el sueño instala congeladas luminiscencias, se ausenta en un silencio de distancias, de vastas lejanías transoceánicas, de leguas y leguas hasta su piel y su boca, no está en la luz mañanera que la evoca ni en el cariño que destila la noche yéndose, no surge como la tierna rutina enamorada ni como la vertiente de los besos extraviados, falta en el azúcar de café y en el humo de tabaco que lento la dibuja, todo se desvanece o se hunde en el abandono, hasta el mismo otoño se detiene triste a esperarla. En fin, si solo esta inconclusa enumeración fuera todo lo que ella habría de darme, ya bastaría para iniciar tranquilo el retorno al minucioso polvo del universo, entendiendo que sus perfectas desapariciones, su desoladora impermanencia, sus inesperadas mutaciones, son la justa premonición del infierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario