sábado, 3 de abril de 2010

BESTIARIO HIRSUTO

Y miré, y he aquí que vi un animal renaciendo de sus propias cenizas consumidas en el fuego, era un águila explayada con las plumas de la cabeza de color púrpura, las del cuello de oro y las de la cola mezcla de azul y gules, y otro que de frente o de perfil tenía la figura de una mujer, con las piernas en forma de cola de pez y en su mano derecha un espejo ovalado y en su izquierda un peine. Arriba sobrevolaba un águila imperial de dos cabezas y también un ave aun mas extraña que poseía cabeza y pecho de mujer, y el resto de su cuerpo de águila con sus alas y plumas. Mas allá había uno con cuerpo de caballo, cabeza de ciervo, patas de elefante y cola de cerdo, pastando junto con un caballo con un solo cuerno retorcido en forma de caracol en medio de su frente, que miraba a todos lados asustado por los ladridos de un perro con cabeza y el pecho de mujer, y garras de león. Y tras de este un ser con la mitad superior de águila, y la mitad inferior de león que caminaba a saltos, siempre rampante y de perfil. Y reptando sobre unas brasas ardientes un lagartija sinople, que no solo no moría por el calor del fuego sino que cobraba cada vez más vida y más fortaleza. Y entre los arbustos resecos pude observar una cabra con cabeza y el pecho de mujer, sus brazos terminaban en garras de león, los pies de grifo, y la cola de serpiente enroscada en su extremo. En los mismos arbustos deshojados vi un monstruo con la cabeza llena de serpientes, enormes colmillos, manos de bronce, alas de oro y unos ojos llameantes. Además de un perro de tres cabezas y una cola formada por una serpiente, que en el lomo tenía infinidad de cabezas de serpientes, y entre sus patas estaba el Rey de las Serpientes, una pequeña víbora que es fama que tiene cualidades venenosas tan potentes, que su simple aliento marchita las plantas, resquebraja las rocas, y mata cualquier hombre o animal sólo con la mirada. Su color varía entre en el verde y el azul. Y en la ciénaga hedionda que rodeaba la colina chapoteaba un extraño ser con la cabeza, el torso y las patas superiores de caballo, aunque en vez de cascos tenia aletas. La parte inferior era la de un gran pez, con una cola que pude estimara alcanzaba hasta unos doce pies de largo. Su cuerpo estaba cubierto de escamas excepto la parte que es de caballo, donde tiene pelo corto de color cambiante de azul a rosa rojizo como los granates de Bekily en Madagascar. Todo era como en un sueño inquieto y sudoroso pero de alguna manera razonable, hasta que finalmente la vi, su cuerpo de serpiente engrosado en el centro para formar un torso de ave, con alas cortas y vestigiales y dos patas de pájaro. De piel rayada alternando el blanco y el rojo. En el extremo de la cola, muy similar al cuello, tenía una cabeza idéntica a la otra. Ambas con colmillos que por su color azulado iridiscente me parecieron extremadamente venenosos. Bufaron al mismo tiempo las dos horribles cabezas y su aliento sulfuroso invadió el entorno provocandome un doloroso ardor en mis belfos húmedos y mis tentáculos cubiertos de babas gelatinosas. Solo entonces supe que todo era una pesadilla.

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