jueves, 15 de julio de 2010

BREVARIO DE LAS HORAS


Maitines.- Atrapé tu boca y tu risa en la jungla de rostros que asolan mis noches de erótico espía, en esos secretos lugares donde sacio mis pequeñas perversiones de vicioso voyeur. Reconocí tus labios, tu sonrisa clara, tus pómulos sonrojados, y desde el fondo de la ciénaga de los deseos surgió la mujer imaginaria. Ahora me perteneces, a ti en ella irán las voces, las palabras, los versos, y las ansias de tu cuerpo y tu alma. Ya no puedes escapar, poseo tu reflejo y en él tu laberinto.

Laudes.- Dejaras la jaula doliente donde se consumieron los días y los años. Abrirás tus alas para atrapar el viento de libertad que buscas y mereces. Y así, sin esperanzas, sin pasado que olvidar ni futuro de certezas, solo con el pleno dominio de tus territorios, entraras en vuelo por los laberintos de tus misterios. Buscaras allí tu verdadero rostro, tus íntimos secretos, tus sueños ocultos y las fantasías acumuladas en tus insomnios, buscaras con la paciencia de los que no necesitan encontrar, recuperaras recuerdos dormidos, detalles de una tarde o una noche que antes fueron cenizas y hoy serán brasas. Recorrerás las galerías asombrada de ti misma, los túneles clausurados desde las primeras lluvias de tu infancia, las cavernas donde sobreviven los demonios de tu adolescencia. Y no habrá tiempo perdido porque todo será un renacer continuo, un encontrarte a ti misma. Y en tu vuelo veras selvas y ciénagas, playas y marejadas, desiertos y roqueríos, y un horizonte siempre lejano, veras tus pecados, tus miedos, tus soberbias, veras lo que pudiste ser, para bien o para mal, olerás el perfume denso de las orquídeas de tu cuerpo, beberás del jugo agridulce que destilan las noches inútiles, y calmaras tu sed en él, tocaras tu cuerpo solitario y sentirás sus pulsaciones como una delicada sensación de ansias sin sosiego, sabrás entonces que eres parte de la vida que fluye de caos y del azar, sabrás en ese instante que eres dueña todo lo que viste y sentiste, de todo lo que posees en tu oscuro laberinto, sabrás por ultimo quien eres tu, y también que solo la jaula no existe.

Prima.- Fue al lado del granado herido de muerte por el otoño y el mágico circulo de piedras rodeado de ligustrinas. Allí se consumó un rito que se inicio con anteriores palabras que destilaron las imágenes del fuego del templo. Y después hubo un agua elemental presionando jugando sobre un carnal capullo encendido. Y su goce solitario fluyo misteriosamente como un reguero de fuego hasta el bosque caluroso, incendiándolo, arrasando la voluntad rendida en ese quieto ámbito vegetal. El ardiente sol fue acá la mimesis de aquella agua quemante. Una voz en llamas cayo sobre la carne erecta y entre el granado y las ligustrinas se vino el goce de la densa y ansiada consumación. Y así fue que tus íntimos jugos y mi espesa semilla se esparcieron, aquellos por el agua que besó tu cuerpo hasta el mar que te atrapa y esta en la tierra reseca a la espera de la lluvia. Hemos pecado, la complicidad ha sellado el segundo pacto.

Tercia.- Quizás un día me atreva a tocarte, sí, a tocarte con un solo dedo, el del corazón, y tocarte ahí, por encima de tu mano, en la línea que hay entre el anular y el del corazón, de tu mano izquierda, y desde la hondonada entre tus coyunturas hasta la muñeca y deslizar mi dedo por ese canal para sentir la suavidad que prometes y la tibieza que adivino, hay algo misterioso en esa línea, esa extraña sensación que se siente cuando el dedo llega a la muñeca, cuando no se sabe donde termina la línea porque de pronto deja de ser la caricia en la mano y ya es en el brazo, sí, es ahí donde esta el estremecimiento escondido porque la mano es aun territorio del amigo pero el brazo ya no, esa piel es otra, esa piel es ya tu cuerpo, es todo tu cuerpo ahí, en ese limite, y ya no es el amigo el que te toca, hay algo que no sabes muy bien que es que te obliga a querer seguir sintiendo, ha seguir ahí quieta, con toda tu voluntad ebria de esa caricia, deseando que siga, que continúe, que se extienda mas allá de la mano, en ese otro territorio, y no, mi dedo se devuelve por la otra línea, que sube desde algún punto no declarado de la muñeca hasta las coyunturas de dedo del corazón y el índice, va deslizándose muy suave, alejándose del limite, de esa frontera de lo prohibido, ese punto donde termina la mano y se inicia tu cuerpo.

Sexta.- Y al fin poseo la risa de tu boca de embrujo, las magias incitantes de tus labios, que busqué y busqué en los rescoldos de los plenilunios de un mar que se me esconde por que tu voz desespera la brújula, anula el sextante y borra sin piedad mis ya inútiles cartas de marear. Al fin puedo entrar en tus penumbras ahora iluminadas por la risa cristalina en tus labios verdaderos y dejarme llevar en la humedad del el río imaginario de tus besos.

Nona.- Según mis sueños de infancia y mis soledades de juventud te defino mujer, madre, amiga, amante, consejera, y por tanto te declaro recatada, femenina, sutil, tierna, decididamente dulce dama de parques florecidos y lánguidos atardeceres. Según mis deseos y placeres, te asigno poseedora de mis fantasías más secretas y por ello te declaro hembra voluptuosa, impúdica meretriz, perfumada cortesana. Serás sensual o sexual de acuerdo con mi voz; obscena, lujuriosa y lubrica a la hora del último vino, y desvergonzada, atrevida y pecadora hacia la mitad de la noche.

Vísperas.- Navego en lentas y oscuras aguas, abrumado de soledad y sinsentido, pero me salva que tú eres la única dueña de ese cántaro secreto, de mis laberintos, y lo sabes, solo tú has llegado a esas profundidades. Y no es un cántaro, es una tinaja, de aguas estancadas, pútridas, acumuladas por años de lluvias ciegas, llena de salamandras y renacuajos, de pequeñas lampalaguas y larvas de zancudos y de libélulas, solo quien sabe de hechizos puede beberla sin envenenarse la sangre con esas miasmas de desolaciones. Son aguas de otras lluvias, las ciegas, mezcla del líquido amniótico de mi madre, de salivas vertidas en besos sin amor, orines de hembras olvidadas, flujos vaginales que lubricaron coitos inútiles, o que bebí como naufrago inmerso en el mar triste de mis soledades, sudores con la sal sin cristalizar de noches de carnes ávidas o perversiones desabridas. Tinaja, cántaro, copa, el santo grial de otro varón de dolores, de eso eres dueña. Y eso me salva.

Completas.- Te salva, me salva, nos salva la esplendorosa poesía porque es la palabra escondida que busca las grietas para brotar y buscar la luz y el agua y abrirse en su flor maldita, y su alimento es la tierra oscura, ese fango primordial que hemos acumulado por los años en los bordes de la ciénaga de nuestras soledades. Seremos por obra y gracia de ella y en la perdición de lo vivido los cómplices aferrados a sus desesperados deseos, hiedras anudadas y trepantes contra el muro de los insomnios. Y seremos nubes, mar, sauces, laberintos, volcanes, torbellinos, brasas, bosques, niños, montañas y aves, seremos náufragos solitarios compartiendo el secreto de una isla donde anidan los sueños, los instintos, los misterios de la piel palpitante que ardía antes en nosotros como fogata a plena noche llamando inútilmente a los barcos que iban en otros rumbos. Ahora, por la magia de la poesía esos mismos fuegos son los códigos sagrados que nos salvan, y convierten nuestras islas distantes y desoladas en un único e intimo territorio inexplorado. Amen.

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