sábado, 31 de julio de 2010

MEMORIAL DEL CANANEO

Y vimos que venían con sus tamborines y sus ugab de caña bajando de la colina entre los matorrales de balsameras (Populus euphratica) y cardos florecidos. Marchaban directo hacia el río lleno hasta sus bordes porque era el tiempo de la siega. Los sacerdotes iban delante llevando en andas un baúl que de lejos nos pareció hecho en madera de acacia de unos dos codos y medio de largo y una anchura de codo y medio, al igual que su altura. Estaba cubierto de oro puro y tenía una cornisa también de oro alrededor, en cada esquina tenia cuatro anillos fundidos en oro por donde pasaban dos varas de madera cubiertas también con oro. Sobre la cornisa dorada había un propiciatorio de oro fino, de unos dos codos y medio de largo y de codo y medio de ancho, en cuyos extremos habían dos querubines de oro labrados a martillo, que formaban una sola pieza con la cubierta y que la cubrían con sus alas extendidas; sus rostros, el uno enfrente del otro, miraban al mismo propiciatorio. Inmediatamente atrás venía un sacerdote sosteniendo un candelero labrado a martillo, con su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores de oro puro. Tenía seis brazos, tres brazos a un lado y tres brazos al otro lado. Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salían del candelabro. Y en la caña central cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores. Una manzana debajo de dos brazos, otra manzana debajo de otros dos brazos, y otra manzana debajo de los otros dos brazos. Las manzanas y sus brazos eran de una sola pieza labrada a martillo, de oro puro. En las copas iban siete lamparillas de aceite encendidas. Las vestiduras de los sacerdotes consistían en un efod con su cinto, un pectoral, un manto, una túnica, la mitra y el cinturón. El efod era de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, el cinto de obra primorosa era de la misma obra, parte del mismo, de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido. Sobre las hombreras del efod traían dos piedras memoriales de ónice, y grabadas en ellas extraños signos con engastes de oro alrededor. El pectoral era de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, cuadrado y doble, de un palmo de largo y un palmo de ancho, lleno de pedrería en cuatro hileras de piedras; una hilera de una piedra sárdica, un topacio y un carbunclo, la segunda hilera, una esmeralda, un zafiro y un diamante, la tercera hilera, un jacinto, una ágata y una amatista, la cuarta hilera, un berilo, un ónice y un jaspe. Todas estaban montadas en engastes de oro. El manto del efod era todo de azul y en medio de él por arriba había una abertura, la cual tenía borde alrededor de obra tejida, y en sus orlas había granadas de azul, púrpura y carmesí alrededor, y entre ellas campanillas de oro alrededor. La túnica de fino lino blanco estaba bordada por las dulces manos de vírgenes hebreas. Y sobre la mitra de lino por la parte delantera llevaba tomada de un cordón de azul una lámina de oro fino, y en ella la grabadura de un sello donde se alcanzaban a reconocer los cuatro signos del Tetragrámaton. Cuando los sacerdotes que llevaban el baúl entraron en el río y en cuanto sus pies se mojaron en la orilla, las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un embalse, entonces las aguas que descendían al mar del Arabá, es decir, al mar Salado, se cortaron por completo. De este modo todos cruzaron en seco, firmes en medio del río, que se mantuvo seco hasta que todo el pueblo de Israel terminó de cruzar el Jordán. Viendo esto y sin decirnos palabra huimos despavoridos hacia los montes pues supimos que ya nos habían vencido.


Bibliografía.-

Exodo, Capitulos 25 a 28.

Josué, Cap. 3, Vers. 11 a 17.



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