domingo, 4 de noviembre de 2012

EL FUEGO QUE DEVORA

“Pero yo hago brotar de ti mismo el fuego que te devora”. Lamentación por el rey de Tiro. Ezequiel XXVIII:11-19.

Los días, los meses, los años, y los que vengan, no han borrado esa marca de fuego en tu piel y mi piel, esa unión primitiva y animal que perdurará como cicatriz, cárcava o grieta porque no hay olvido cuando se ha vivido y sentido la intensidad del amor con esa pureza que tú me regalas y me hace vivir siempre sediento del agua clara de tu manantial de ternuras. Porque tú eres la dueña de mi verbo ciego y de mi imaginario de espantos, y lo que florece en el lado transparente de mis poemas sin versos te pertenece porque en ti la semilla de mi deseo brota, crece y florece bajo el hechizo de tu piel desnuda que me ilumina e inspira como la luz de desatada luna llena. Sé que a veces mis deseos te invaden, te violentan, te saturan, pero debes saber que solo en ti está la llama que los enciende, que en ti ardo y por ti soy un pequeño dios en continua deflagración, pero tú que perdonas mis locuras y mis ausencias también perdonaras ese fuego que me abrasa porque yo fui el que despertó tu piel y tu cuerpo, el que poseyó tu ansiedad virginal, el hombre de barro, el del rostro mentido, el que te sedujo con la palabra quemante, con el verbo encendido, con los deseos en carne viva, con todas las fantasías expuestas abiertamente, sin otro afán que seducirte. Sé que has borrado mi careta de tu memoria, que me niegas tres veces cada noche, sé que mi nombre te repugna cuando recuerdas su falsedad y su asedio, pero también sé que vivo allá en el fondo de tus entrañas de hembra, en el laberinto oscuro y secreto de tus instintos, y lo sé porque tú también vives y reinas como siempre y para siempre aquí en el fondo de mis vísceras de macho, en el laberinto sombrío y pervertido de mis instintos, y ambos sabemos que eso no podemos evitarlo porque quedó sellado por el fuego que ardió desde la zarza del desierto inconsumida. Mas ahora soy yo, soy el otro yo verdadero, el oculto que soy, el que te ama sin máscara ni engaños, el que te ama al final de su camino, el que te ama y desea, el que te busca y necesita, el verdadero hombre detrás de los nombres falsos y los rostros equivocados y los seudónimos codificados, sin embaucamiento ni falsías, abiertamente, soy el tímido que te amó desde el principio pero que no se atrevió a mostrarse como era, el que se escondió de ti una y otra vez, cobarde y asustado, el que se repartió entre un falso profeta, un juglar de prostíbulos, un mago de circo o un arcángel pecador, y tú a cada uno de esos ellos-yo lo aceptaste, lo comprendiste en tu Amar infinito, con tu ilimitada ternura lo cobijaste como un hijo maldito, a cada uno como un íncubo consumido por el fuego que lo devora y que también a ti te quema.


2 comentarios:

  1. Gracias por haberlo colocado en la Virgen preciosimo texto!!!!!!!

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  2. acabo de leerlo nuevamente.....
    "otra vez, cobarde y asustado, el que se repartió entre un falso profeta, un juglar de prostíbulos, un mago de circo o un arcángel pecador, y tú a cada uno de esos ellos-yo lo aceptaste, lo comprendiste en tu Amar infinito, con tu ilimitada ternura lo cobijaste como un hijo maldito, a cada uno como un íncubo consumido por el fuego que lo devora y que también a ti te quema.

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