miércoles, 23 de enero de 2013

NOCTURNO CELOSO

Anoche te esperé en el sueño, recorrí de esquina a esquina el parque de siempre, te busqué detrás de las estatuas, en los escaños anochecidos, en el reflejo lunar del estanque de los peces silenciosos, en el zureo nocturno de las palomas, te busqué en los jardines de rosales y de magnolias, en la frescura del pasto dormido, en los lugares donde nunca nos besamos y en los sitios donde nuestras huellas contrapuestas nos delatan al amanecer, en fin, te busqué hasta la orilla del sueño y no, no apareciste maldita mía, entonces fui por la noche indagando por tu lecho, rastreando el halito de tu cuerpo por los callejones y las avenidas entre oscuridades y luces hasta dar con tu ventanal, con tu puerta, con tu lecho, y te miré dormir toda la noche, sin tocarte, solo con mi ojos acariciando cada fragmento de tu cuerpo que quedaba desnudo fuera de las sabanas, tus brazos impúdicos, el escote acosado por tu respiración en sueño, en algún momento el destello de una pierna buscando frescura, tu rostro dormido atravesando un sueño donde yo no estaba pues te miraba dormir extasiado en tu quietud de esfinge, pero en la penumbra del amanecer cercano descubrí en tus labios la misma sonrisa dulce de cuando te beso y supe claramente que existe otro que se encierra también en tus sueños y te genera sensaciones y te posee, y que te hace rendirte a sus caricias, que te produce un éxtasis que humedece tu cuerpo hasta saciarte, sonreí, y yo creyendo que solo era yo, tonto y crédulo linyera, el que podía penetrar tus sueños, me creía poseedor de la llave, el código y la clave que abre el portalón del castillo donde te pienso y habitas bordando nenúfares en mi espera, qué va, pero no importa maldita porque sé que yo soy el dueño de tu rosa embebida, de sus latidos y de la dulce densidad de sus brebajes, de sus ardores escondidos en los medanos de tus insomnios y de cada evocación que la estremece, y vos lo sabés, lo has sentido, lo has vivido más de una noche mientras te rompo la boca a besos, maldita, yo soy el sátiro que traspasa y penetra tus remilgos de gata maldita, yo soy el que te acoso contra tu voluntad pero a favor de tus deseos, así que ese otro puede jugar todos los juegos que quiera porque el único juego que vale, el juego del fuego, ese solo lo sueñas conmigo. Y nada.

1 comentario:

  1. vaya texo hermoso y muy argentino casi ,casi lunfardo....pero solo casi....Muy bello y casi, casi real.

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