jueves, 16 de enero de 2014

ALTERACIONES DE BARCO Y VUELOS


Irán los violines erizados subiendo por la escarcha desatada abrumando de arpegios y cadencias los rojos corales incrustados en los delirios de los náufragos felices abandonados en las islas del archipiélago atardecido, altas hogueras iluminaran el nocturno injuriado por la luna sangrienta. Desatarán arreboles y luciérnagas sus joyerías transparentes, sus vidrios craquelados, sus pequeños prismas translucidos con sus incautos arcoris, las esquirlas alcanzadas del oro entumecido. Urdirán sus tramas los pájaros emigrantes sobre los barcos anclados en los oleajes, a la espera de la cercana lunación que los desencalle de la tristeza marina, de las algas del letargo, de las espumas de la nostalgia. Repartirán sus resplandores los trigales reflejados de antiguos soles y equinoccios, dejando en los surcos del agua sus incrustaciones de amarillos topacios, arderán sus espigas acunadas por la brisa que viene de los bosques con su tráfico de mariposas fugitivas y las incandescencias del polen del quintral, retornarán a su grano, harina y pan, no a la semilla inconclusa, no al alba sosegada ni al cuenco donde se sueñan las lluvias otoñales. Alcanzarán las piedras las revelaciones de sus orígenes magmáticos, las vegetaciones sus raíces en sequía, endriagos y vestiglos verán reflejadas sus monstruosas imagos en el estanque de los peces dorados y los nenúfares carmesí, solo entonces el día iniciará el ceremonial de los órficos encantamientos. Descenderán a sus infiernos las máscaras con sus carnavales y sus demonios, ciertas tribulaciones brotarán desde la tierra misma para volver a florecer en las derrotas innecesarias y las miserias de celofán, cada patética tragedia asumirá su insignificancia y su dramática minucia. Surgirán vetustas vehemencias ya cansadas, ya saciadas, impregnadas de un hastío de inmortales, agrietadas en sus soberbias por los oscuros tiempos de las manos vacías, por los quebrantos de decadentes escrutinios, por los vestigios fragmentados de un ayer imposible. Romperán las palabras sus trabazones barrocas, como río lento se verterán en las marismas clausuradas, decantarán sus ocurrencias de feria, sus adjetivaciones incomprensibles, sus zalagardas de circo pobre y también sus destellos, asombros y sutilezas soterradas, furiosas arcillas irán cubriendo los esqueletos fosilizados de los celacantos, los mustios pétalos de las dalias, su imaginario de cristales y su intransable dialecto del fervor. Seguirán los pájaros en sus vuelos sobre la nave quieta en el oleaje, esperando perdidas lunaciones encallada en la serena eternidad de los horizontes marinos, de las algas del sosiego, de las albas espumas de la melancolía.


Imagen: Fotografía de Diego Ramírez G., Antofagasta, enero 2014.

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