viernes, 11 de julio de 2014

INNEVAZIONES


Para Nieves María del Carmen Merino Guerra, amiga en los neobarrocos ultramarinos. 

No cae la nieve, se eleva pájaro esfera pluma, humo o nube, no cae alba en su albura, vuela alto busca azul cielo, burbuja iridiscente, inicia alturas desatando las palabras de las cornisas, aprendiendo el idioma de las gárgolas, los códigos misteriosos de las gaviotas isleñas, el lenguaje pedregoso de los oleajes en las grises arenas volcánicas, para enviar sus mensajes de náufraga tierna y solitaria encerrados en los cristales de sus versos por las furiosas corrientes oceánicas, asombrando a los peces sagrados y a las algas de los roqueríos continentales, al oscuro celacanto escondido en las negruras de sus abismos y a las medusas que danzan transparentes en todas las espumas. No cae la nieve, se alza ingrávida sobre horizontes y cúpulas, sobre templos y tumultos, invocando las soledades telúricas cercadas por los mares del silencio, no cae blanca en su pureza de aguas congeladas, sube vaho quebrando las brumas marinas y los arreboles de lejanos atardeceres, conspira con palabras en susurros delicados, en su sonrisa esparcida, en sus tentaciones barrocas. Se derrama, se estarce, se delinea en su silueta de esfinge imposible, navega rumbos sin nortes explorando las otras islas de los antiguos mapas de los delirios y de las inspiraciones, cava en lavas incandescentes, socava los acantilados y atrapa las lluvias escasas en sus orígenes climáticos, entre el reseco anticiclón y la humedad constante de los alisios que se vierte en las vertientes de su barlovento. No cae la nieve, se incrusta en los índigos y los azules de los atardeceres entre cirros, cúmulos y estratos, blancos albos confundida, mimetizada acechando las desperdigadas estrellas del crepúsculo, se hace noche nívea sobre los techos silenciosa, algodón o plumas, seda inmaculada, se viste de novia y sueña desenmascarada, inmersa en la arena de los cuarzos, envuelta en el albor de los mármoles y los ópalos, estatuaria en su blancura atlántica, en su archipiélago volcánico entre altas fumarolas y lavas vertidas en las sales marinas, se iza sobre magmas y extrusiones de basaltos y traquitas, se deshace en copos de palomas o petreles, se inunda, se anega, se enarbola banderola al viento más alta que los cantos erodados, que las cenizas conminuidas por el tiempo, más alta que los imaginarios de las perlas deformadas, más alta que los vuelos migratorios, que los velámenes de las naves que siempre se van perdiendo en los profundos límites de la mar, más alta.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario