miércoles, 11 de agosto de 2010

TRIPTICO CREPUSCULAR


El poniente de pie como un Arcángel

tiranizó el camino.

Fervor de Buenos Aires, Jorge Luis Borges


Arriba un canto de aguas diminutas esperan revolviéndose en espirales difusas en estratocúmulos y cirroestratos de ese gris húmedo azuloso y yerto que tienen los nublados de las nostalgias románticas y de las memorias trágicas. O son grises nidos de aves imperiales, míticas constelaciones de los cuervos que se comieron los ojos de los dragones dorados y ahora vagan en remolinos de cristales de nieve o gotas de recicladas aguas microscópicas bebidas una y otra vez por los altos guerreros lunares. Abajo la sombra de un territorio de sombras indistinguibles coronadas por las siluetas lejanas de ensortijadas arboledas sobre la topografía de terciopelo negro de un portezuelo entre dos cerros de opaca obsidiana. O es el manto ennegrecido por el fuego del fauno innombrable que urdió la trampa donde los hombres atraparon las Arpías, y que los dioses castigaron con la ceguera y la ceniza. En medio, el atardecer atrapado entre el gris húmedo azuloso, yerto, y el terciopelo negro de opaca obsidiana, urgido de siena pálido, de amarillo indio y amarillo de oro viejo suavizado por un cierto rosa casi fucsia con un verde veronés donde la nubosidad grisácea lo invade. O es una intensidad delicada y confusa de los colores formales de todos los ocasos; rojo, amarillo-rojizo, verde-amarillento, azul intenso, amarillo, rojo-anaranjada, rojo sangre, rojo-pardo, púrpura y rosa. El cielo, donde se muestra es de un azul acero desteñido o de un cerúleo agrisado que se vuelve casi blanco donde roza el horizonte lejos del hundimiento solar. O el cielo refleja las luces de los bosques de “Nettersheim im Kreis Euskirchen im Südwesten des Landes Nordrhein-Westfalen” que atraviesan y se refractan en el vidrio amarillo y rosa del lente del crepúsculo, y el azul acero es el verde tránsfuga de los follajes, el gris cerúleo la tierra quieta y húmeda, y el blanco extremo el ámbito floral del paisaje de solitarias y pantanosas landas, vegas, pastizales y choperas. Lo cierto es que hay un cielo de azul azzurro con los grises nublados del verano, y un poniente “que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala (*)”, y el ya anochecido contorno fractal de unas frondosas colinas que esconden en su serena oscuridad el mapa secreto de un lejano e inalcanzable paisaje. Vale.


(*) El Aleph, Jorge Luis Borges.


Nota.- Fotografía de Hilda Breer


3 comentarios:

  1. El eco grita: donde estas??????????????????
    El lejano paisaje responde:esperándote!!!

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  2. Perdon no me diomtiempo a colocar mo nombre en el comentario anterior Hilda Breer

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  3. esta foto fue tomada en el Eifel.....ya han pasado tres años y las luces y sombras continuan coqueteando.

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