viernes, 25 de marzo de 2011

EL JARDIN DE LOS OJOS VERDES

Verrà la morte e avrà i tuoi occhi… (i)

Cesare Pavese, 1951.

Ciertamente no eran azules los ojos que me miraron en medio del tumulto, del gentío y la fanfarria, porque lo cierto es que era un jardín de ojos verde pardos mezcla de verde de junglas inexploradas y un marrón claro, suave, con reminiscencias de los ocres de todos los otoños vividos y por vivir. Ojos que vieron las luces de brillantes escenarios y las verdeantes vegetaciones de la soledad de El Ávila, el Waraira Repano en lengua caribe, buscando en las rutas perdidas del Barón Alexander von Humboldt, la distancia, el silencio, la lejanía de candilejas y efímeras famas y glorias asumidas. Esos ojos que vieron una y otra vez la selva taína y ese verde se quedo ahí adherido como un musgo perpetuo, y vieron innumerables noches los ojos de Papageno y de Tamino, vieron los camalotes de la corriente zaina, en las aguas marrones del Río de la Plata, las aguas claras y puras del Orinoco y las del color del ámbar del extenso y caudaloso Amazonas con sus delfines color rosa brillante y sus orillas invisibles, vieron el deseo en muchos ojos de machos en celo y la envidia en los ojos de otras hembras no santas, aunque a ella nada la obligaba a convertirse en santa y lo sabía y así lo vivía, vieron el poder y la gloria y la caída de una patética dictadura (como todas), vieron el amor en los ojos de los hijos y las calles extrañas de otro continente donde siglos antes caminó el mismo Barón, y también vieron la sangre de los moribundos en los asilos de ancianos, y las risas de maquilladas meretrices, y los versos tristones de un lejanísimo poeta. Porque la busqué quinientos años y días por los senderos más equivocados sin saber ni intuir que estaba ahí oculta en una hogareña buhardilla detrás de una mariposa rosada en un pueblo de bárbaras tribus germánicas de la Edad del Bronce y fanáticos sicóticos creadores del horrible Holocausto no hace una centuria. Hasta ahora no sabía de que color exacto tiene los ojos, los sabía azul celeste, y ella dijo: el jardín de los ojos verdes. Y son pardos mezcla de verde y marrón claro no verdosos, pero misteriosamente se ven como azules. Dama de los sortilegios, la mujer más barroca posible porque su vida misma esta escrita y descrita en un realismo mágico que traspasa los soles con sus tres patrias y su bel canto, su vida es rara porque ella es rara o quizás ambas cosas en una maraña de hilos de colores y luces apagadas. Y no digo de su voz porque ese es un hechizo de cenote donde la profundidad no tiene límites y la hace también por esa voz, inolvidable. Vale.

(i) Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

3 comentarios:

  1. Querido: eso de que yo soy barroca me tiene curiosisima..... algun dia me lo explicaras......sobre mi voz yo misma me asombro que se mantenga tan limpia y clara.....y por la foto....increible y se ve el color!!!Gracias miles Hilda Breer misma

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  2. Me encantan los jardines. y tu post es muy bueno.

    Saludos,


    Simple Torsión

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  3. Busco y busco pero no encuentro lo que busco.
    Tropiezo con este escrito y vuelvo a maravillarme de esa descripcion que haces...tan detallada pero tan cierta.....Es una felicidad poder leerte.
    Hilda Breer misma.

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